domingo, septiembre 13, 2015

Lo que ardió y aquello que quedó entre las brasas



El fuego es una reacción poderosa, un agénte de la destrucción pero también de la alquimia.

 Al arder escapan en el humo los materiales más ligeros y volátiles. En la llama brilla todo lo que era combustible, dando luz, calor y hasta color. En ceniza gris aquello más sólido y perecedero. Y finalmente, bajo las cenizas, queda aquello que el fuego no puede robar, lo que no puede destruirse. Límpialo y tendrás una piedra negra o blanca, una forma liquida hecha sólida que ha sobrevivido al fuego.

Y aquí me asomo una vez más, no sabiendo nada, si es la última vez o la primera del resto, o si solo es una añoranza pasajera. Ni sabiendo bien quien soy o quien seré.

Ha pasado año y medio desde la última visita. Mis niñas siguen creciendo y el tiempo pasa por todos. Yo no me hago más joven y por dias la ilusión de quien soy se agrieta con una enfermedad, una cuenta de los años que me podrian quedar o una confirmación de que el tiempo no se detiene.

Si antes me definia por mis acciones, ahora me asemejo más que nunca a cualquiera, encerrado en un circulo de trabajo, cenas en familia y lamentos por el tiempo de que no dispongo. Leo poco, medito menos y a veces me dominan la rabia y la tristeza. Juego con mis hijas, canto y rio más que nunca y aún entonces sigo envejeciendo.

Y en momentos así me recuerdo vestido de algodón blanco en las orillas del Ganges. Recuerdo la sensación sorprendente del chi mientras me movia en la clase de Xing Yi Quan, o los ratos en la montaña intentando apresar con poco éxito lo que hay cuando no queda nada.

¿Fui una persona distinta? ¿Conseguí algo con todo eso? ¿Llegué a alguna parte?

Una cita que me ha molestado siempre contaba que intentar alcanzar la iluminación era como empujar el fondo del vagon del metro para que llegara antes. Me resultaba ligeramente insultante. ¿Acaso los esfuerzos, las horas de meditación, la sencillez no serian recompensadas antes que la pereza, el abandono y el caos de la vida cotidiana?

No lo sé y sigo sin saberlo.Estos dias he caido en que si no somos nuestra mente, si somos el observador invariable y mucho de lo que hice para bien y para mal se ha marchado... ¿Que queda ahora? Entre la basura y los trastos del ego actual está el mismo observador. ¿Espera o No-Espera el despertar?

¿Soy entonces el mismo que era antes en esencia?¿Tengo la misma posibilidad de redención que tenia el hombre más joven que luchaba para descubrirse?¿Era necesario desprenderse también de aquellos ropajes?

Muchas interrogantes en tan poco texto. Mientras, la vida continua. E increiblemente he vuelto a  escribir en el blog.