Otra noche estoy en el trabajo, y una vez apartada y guardada la rutina me he puesto a divagar, a tirar de los hilos deshilachados de la memoria y el sueño.
Y entre ellos brilla como el oro el nombre de Lord Dunsany, uno de mis autores favoritos y de cuyos relatos aprendió a soñar Lovecraft con el infinito.
Tirando del hilo ha surgido un libro que no se si perdí en alguna mudanza o en algún incendio personal. El libro ya solo existe en manos de libreros de viejo, a precios elevados y escasos ejemplares. Pero aunque los libros ya no estén, están las palabras, por si alguien deseara leerlas...
El País del Tiempo
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