miércoles, junio 08, 2011

escribir, leer, pensar y sentir





















Llevo un largo tiempo sobrepasado por las circunstancias, arrebatado por la corriente de las horas y los dias. En circunstancias así, para flotar y no ahogarse es necesario aligerar peso, vaciarse los bolsillos y tener las manos libres.

Luego, un dia llegas a la orilla, o te encuentras en aguas más serenas, y tienes tiempo para mirarte y ver lo que has perdido, aquello de lo que te libraste y te vino bien, pero también las cosas que merecían la pena conservar.

Miro atrás y comprendo que dejé de escribir porque pensaba que no mereciera la pena, porque no me apetecia contar lo que me pasaba por la cabeza, no lo veia importante u original, digno de ser publicado, merecedor del papel, del tiempo y el esfuerzo.

Hoy lo miro y veo que no era necesario compartirlo. Que no eran cosas importantes para enseñarlas y presumir o dar lecciones. En absoluto.

Pero también veo hoy, que escribir en este blog, o en un trozo de papel de viejo, o pensar mientras haces cualquier cola, es hacer un espacio privado, un tiempo propio. Un hueco del día casi fuera del día, una parte de mi vida a la que mimé en ocasiones y respeté con frecuencia, más de lo que me solia respetar a mi mismo.

En esos ratos, como ahora, me ponía a escribir, y leía y releía lo escrito, y al final, incluso entendia lo que pasaba por mi cabeza. Y así se aclaran los pensamientos y sobretodo, los sentimientos. Es un modo extraño de escuchar al corazón, pero me temo que sigo siendo bastante mental. Y escribir es como pasear, como mirar las nubes o hacer el amor, un tipo de meditación que no necesita de maestros o guías.

Así que aquí estoy, de vuelta, no se por cuanto tiempo, pero en este momento preciso que es el ahora. Buscando y encontrándome cuando soy capaz de ello.

Hasta entonces...

domingo, junio 05, 2011

Condenados a aprender

















Esta semana me examiné de Bioquímica. Es el segundo año que me matriculo, el año pasado se me cayó la asignatura del calendario pero este curso más me vale sacarla y evitar pagar nuevas matrículas.

Curiosamente, la materia crítica de esta asignatura es el ciclo de Krebs. Me suena, me tocó estudiarlo en el instituto, y también cuando estudié Ciencias Químicas, y luego en Fisioterapia, pero para ser sinceros, nunca me lo aprendí. Supongo que por cabezoneria, o por miedo a tantos nombres extraños y el esfuerzo que requiere. De modo que siempre me estudié a fondo el resto de la materia y pude pasar de puntillas, bastante satisfecho de salirme con la mia, pese a los aprobados algo justos y seguir sin tener ni idea.

Y años después, la vida y los temarios académicos me presentan por cuarta vez - quinta ya este curso- ante el dichoso ciclo. Y solo tengo dos opciones, quedarme en la orilla o aprenderlo. Y esto me ha dado que pensar.

El karma puede ser visto de muchas maneras, la más usual es entenderlo como una justicia cósmica que castiga o recompensa nuestras acciones. Otro modo de verlo es como un "Destino", un camino vital que se aguarda para ser recorrido. Una serie de puntos críticos o de experiencias que a modo de preguntas en un examen estructuran nuestra biografia.

Dice algunos que las lecciones que no se aprenden están condenadas a repetirse. Quien no es capaz de decir "no", tendrá problemas hasta que aprenda a decirlo. Similarmente pasa con las relaciones personales, con los miedos o problemas en general. Son pruebas que hasta dominarse reaparecerán una y otra vez en nuestra vida y que tras resolverse van desapereciendo o dejando de tener importancia, dejando lugar a otras.

De modo que si no me pongo en serio, si no soy valiente y aprendo el ciclo de Krebs, estoy condenado a seguir escurriendome, o quedarme en el anden y ver escapar al tren de la carrera. E igual con la vida.

Aquí estoy, condenado a aprender de mis actos y mis consecuencias...