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domingo, diciembre 11, 2011

Volver a empezar




















Esta noche he terminado "Volver a empezar", de Ken Grimwood. Un hombre muere de un infarto para despertarse veinticinco años antes, cuando aún es un estudiante con toda la vida por delante. ¿Repetirá los mismos errores, encontrará la felicidad o será capaz de comprender que es lo que le ocurre?

El libro me ha gustado mucho, tanto como para venir aquí a recomendarte que lo compres, lo busques en la biblioteca de un amigo o de tu localidad, o hasta que lo robes... Y también me ha revuelto un tanto las ideas.

Pensemoslo un poco... ¿que necesitamos para volver a empezar? ¿Para seguir intentándolo, para continuar en la brecha?

No es realmente mucho lo que hace falta - aunque en algunos momentos nos parezca tanto- cada segundo es uno nuevo, cada silencio es una oportunidad para llenarlo de palabras, o mejor aun, de escuchar.

Tengo miedo de muchas cosas, la mayor de ellas de vivir, o sea de morir a trozos al intentar nuevas cosas y fracasar, pero siempre hay otro momento, otro tren que parte, otra oportunidad de volver a empezar, o mejor aún, de continuar.

martes, junio 23, 2009

CUANDO LOS NIÑOS LEEN FANTASÍA

































El siguiente artículo de Terry Pratchett está fechado
en 1994, pero creemos que sigue igual de válido quince
años después. El original en inglés puede leerse en
http://www.concatenation.org/articles/pratchett.html

Existe un sentimiento que, en mi opinión, solo se experimenta cuando
se es un niño y se descuben los libros. Es una especie de burbujeo.
Te entran ganas de leer todo lo que se haya imprimido antes de que se
evapore.

Yo tuve que trazar mi propio mapa para este territorio sin cartografi-
ar. Desde dirección llegaba el mensaje de que sí, los libros eran bue-
na idea, pero lo cierto es que no recuerdo que nadie me diera ningún
tipo de consejo. Tuve que valerme por mí mismo.

Ahora se me empieza a considerar un escritor para gente joven. Los
profesores y los bibliotecarios me dicen: "Tus libros son muy popu-
lares entre los niños que no leen". Creo que se trata de un cumplido,
solo que me gustaría que lo expresaran de otra forma.

Los mencionados bibliotecarios me cuentan que lo que los niños leen
por gusto, en lo que de verdad están dispuestos a gastar dinero, es
en fantasía, ciencia ficción y terror; y dicen que, si bien elevan
sus plegarias en agradecimiento porque los niños lean cualquier cosa
en esta era electrónica, ese hecho les preocupa.

No debería.

Hace poco hablé con un profesor que me había invitado a dar una char-
la en su escuela. Estaba teniendo problemillas con el jefe de estu-
dios, que consideraba la fantasía como algo de dudosa moral, irrele-
vante en el mundo de los años noventa y escapista.

¿De dudosa moral? A grandes rasgos, casi toda la fantasía se aproba-
ría sin problemas en un hogar de la época victoriana. La moralidad
que tienen la fantasía y el terror es, en esencia, la moral estric-
ta del cuento de hadas. Degollan al vampiro, tiran al alien por la
esclusa, derrotan al malvado señor oscuro y (tal vez sufriendo al-
gunas pérdidas) triunfa el Bien. No porque disponga de mejor arma-
mento, sino porque tiene a la Providencia de su parte. Vengan las
hordas de trasgos, vengan los terribles desafíos ambientales, vengan
las babosas mutadas gigantes si no hay más remedio, pero venga tam-
bién la Esperanza. Puede ser una esperanza frágil fruto de las fuer-
zas de flaqueza, un espadón arturiano en el ocaso, pero sepamos que
no estamos viviendo en vano.

Puede que la literatura clásica de fantasía ponga a los niños en
contacto con lo oculto, pero lo hace de una forma más sana que lo
que de otra forma ocurriría en esta sociedad nuestra, tan extraña.
Si te hablan de los vampiros, es bueno que al mismo tiempo te hablen
de las estacas.

Por lo que respecta al escapismo, no tengo demasiados problemas con
la palabra. El escapismo no tiene nada malo. Lo que se debe consi-
derar, sin embargo, es de qué se escapa y hacia dónde.

Cuando era un lector afectado por la sed repentina, el primer lugar
al que escapé fue lo que entonces se llamaba el Espacio Exterior.
Leía mucha ciencia ficción, que como he dicho es solamente un sub-
conjunto de la fantasía creado en el siglo XX. Y en términos estric-
tamente literarios, buena parte de ella era malísima. Pero la mente
humana posee una saludable tendencia natural a despajar lo bueno de
la basura. Lo que me ocurrió a mí fue que la literatura escapista
me permitió escapar hacia el mundo real.

¿Irrelevante? La primera mención que encontré a la antigua civiliza-
ción griega fue en un libro de fantasía. Pero en los años cincuenta
la mayoría de colegios enseñaban historia de la siguiente manera: es-
taban los romanos, que tenían muchos baños, construyeron algunas ca-
rreteras y se fueron. Luego hubo un montón de trabajo indigno y pe-
nalidades hasta que llegaron los normandos y empezó oficialmente la
historia.

También dábamos ciencia... más o menos. Yuri Gagarin daba vueltas por
encima de nuestras cabezas. No recuerdo que nadie del colegio lo men-
cionase jamás. Ni siquiera recuerdo a nadie diciéndonos que la cien-
cia, contrariamente a lo que nos habían hecho creer, no era aquello
de trastear con imanes y productos químicos, sino una forma de mirar
el Universo.

La ciencia ficción no paraba de mirar el Universo. No me disculparé
por haberla disfrutado. Vivimos en un mundo de ciencia ficción. Tres
kilómetros hacia abajo y nos freímos, tres kilómetros hacia arriba
y nos cuesta respirar; y hay una posibilidad pequeña pero importante,
dadas sus consecuencias para nosotros, de que en los próximos mil
años se estrelle contra el planeta un cometa grande o un asteroide.
No me lo invento. No me quita el sueño. Pero averiguarlo con solo
unos trece años te abre un poquito los ojos. Para empezar, pone al
acné en su sitio.

Esos otros mundos de allá fuera, del espacio, me hicieron interesar-
me por este de aquí abajo. Hay un paso mental pequeño de los viajes
temporales a la paleontología, de la fantasía de espada y brujería
a la mitología y la historia antigua. La verdad es más rara que la
ficción; no hubo nada en la fantasía que me cautivase tanto como le-
er la evolución de la humanidad: protobabosa, reptil, ardilla bambú,
graduado en arte de Oxford o Cambridge y, finalmente, mamífero capaz
de emplear utensilios. Encontré por primera vez palabras como "eco-
logista" o "sobrepoblación" en libros de ciencia ficción a finales
de los cincuenta y principios de los sesenta, mucho antes de que se
pusieran de moda.

También conocí la palabra "neotenia", que significa "permanecer jo-
ven". Es una cosa que los humanos hemos desarrollado hasta conver-
tirla en rasgo evolutivo. Los otros animales tienen de jóvenes gran
curiosidad por el Mundo, flexibilidad en sus reacciones y una capa-
cidad para el juego que pierden a medida que crecen. Como especie,
nosotros las hemos retenido. Como especie, nos tiramos el día metien-
do los dedos en el enchufe del Universo para ver qué pasa. Es una
característica que puede salvarlos o matarnos, pero vaya si no
es lo que nos hace ser humanos. Prefiero acompañarme de gente miran-
do a Marte que de gente mirando el ombligo de la humanidad. Los
otros mundos son mejores que la pelusa.

Por tanto, no nos asustemos cuando los niños leen fantasía. Es el
abono de una mente sana. Estimula los nodos inquisitivos, y existen
pruebas de que una vida fantástica interna es tan buena y necesaria
para un niño como lo es un suelo rico para una planta. Por las mis-
mas razones aproximadamente.

Saludo a la fantasía como la dieta apropiada para el alma en creci-
miento. En ella está toda la vida humana: un código moral, un senti-
do del orden y, en ocasiones, cosas verdes y gigantescas con dientes.
Hay otros libros que leer, y espero que los niños que empiecen con
la fantasía los lean. Yo lo hice. Pero todos hemos de empezar por
algo.

Uno de los novelistas más famosos de principios de siglo fue G.K.
Chesterton. En su época se atacaba a los cuentos de hadas por casi
los mismos motivos con que ahora, en algunos colegios, se prohíben
de forma encubierta los libros que llevan la palabra "bruja" en el
título. Él dijo: "Se condena a los cuentos de hadas porque dicen a
los niños que hay dragones. Pero los niños siempre han sabido que
había dragones. Los cuentos de hadas dicen a los niños que a los
dragones se les puede matar".

-+-
Terry Pratchett, 1994
(Traducción: Manu.)

martes, febrero 17, 2009

El libro que terminará con todos los libros...


Cuentan que un Inocencio III, espantado por la ballesta, la llamó el arma que terminaría con todas las guerras, y que así se prohibió su uso contra otros cristianos.

Como todos sabemos, ni las guerras terminaron ahí, ni la ballesta y sus herederas las armas de fuego han dejado de usarse en todos los conflictos. Por eso aunque me he comprado "el libro que terminará con todos los libros", no me preocupo en pensar que ha de ocurrir.

¿Que es?

Un lector de libros electrónicos, en concreto un sony reader 505, un juguete con el que ya llevo cinco libros leidos y del que no parece que vaya a cansarme. Soy un lector empedernido, y de niño tuve que releer muchos libros de la abundante libreria de mi padre porque no conocia bibliotecas ni tenia mucho lugares donde conseguir lectura. Soñaba con un libro mágico que contuviera todos los libros. Y eso es el reader. Gracias a páginas como quedelibros.com tengo unos 20.000 libros descargados, y aunque la mayoria estarán repetidos, es más lectura de la que podré abarcar en una reencarnación o dos.

De modo que donde quiera que vay llevo la carterita de cuero que contiene, como decia Bastian Baltasar Bux, tormentas, batallas, tragedias e ideas, esperando tan solo que alguien les de vida leyéndo. Y en eso estoy. Curiosamente he empezado con libros de entretenimiento y algunos bastante espesos, pero si me apetece leer pronto algo de más enjundia literaria no falta con que alimentar mi vicio.

Me resulta curiosa la variedad de reacciónes que se han producido. Deseo por la novedad tecnologica, recelo por la novedad tecnológica, ilusión por todos los títulos disponibles o apego al olor y textura del papel. Todos tienen razón. Mientras, vuelvo a mi reader, porque he dejado al Comandante Vimes y el Capitan Zanahoria resolviendo un crimen, y me necesitan para llegar a la conclusión. Hasta pronto.

martes, junio 10, 2008

Novelas para un verano


























Me han pedido una lista de libros para el verano. Bueno, más concretamente para las guardias del verano.

Los libros para el verano son generalmente pesados y gruesos, se leen bien, y sin ser aburridos o facilones, deben mantener la atención del lector durante un mínimo de 300 páginas. Vamos allá:

Sinuhe el egipcio. Novelón histórico ambientado en el equipto de Amenofis IV, Tutankamon y Ramses II, es sin embargo un extraordinario retrato humano, poblado de personajes y diálogos extraordinarios. Sinhue, como confiesa al final del libro, es un hombre y como tal vivió su vida, tan cercana y similar a la de cualquiera de nosotros.

El Señor de los Anillos. Dejando a un lado películas, videojuegos o lo que cada uno tenga en mente, El señor... es una aventura épica que desde un comienzo extraño, muy lento y casi hogareño, gana en épica, espectacularidad y emoción, hasta convertirse en un torrente irresistible. Eso sí, parte de la gracia del libro son antiguos mitos y leyendas, elfos, magos y maldiciones, todo manejado con gran elegancia y sutileza. Si no tienes estómago para poesia y marvilla o para batallas y paisajes épicos no es tu libro.

La conjura de los necios. Un autor que se suicida por ser un fracasado, su madre que lleva de editor en editor el manuscrito, y un premio pulitzer y la publicació de una de las novelas más divertidas, sorprendentes y fascinantes que jamás halla leido. Es una tragedia que no podamos conocer más aventuras de su protagonista, Ignatus J. Oreilly. Increible.

La Casa de Dios. La historia de un médico en su periodo de interno. Continuada en Monte Miseria, el autor con una prosa divertida, esperpéntica, e irónica, nos retrata los entresijos de esa profesión tan importante en nuestras vidas. Ojala no fuera cierto, pero me da en la naríz que no exagera demasiado.

El resplandor. Stephen King no es una mal escritor, al contrario. Desgraciadamente hace unos años encontró una máquina de convertir relatos cortos en novelones, y además, disfruta retratando con todo detalle la vida cotidiana de sus personajes. El resplandor es el libro culmen de su carrera a mi juicio. Estupendo, redondo, y carente de ampulosidad o palabreria, da miedo, lo juro.

El esclavo. Isaac Bashevis Singer es un premio nobel en yidish y un gran conocedor del alma humana. Gran novela a la manera del siglo XIX, es una novela de amor, y tambien trágica. No podemos dejar de ser esclavos mientras huyamos.

Rojo y Negro. En la biblio de mi pueblo de veraneo tenian tres copias de este novelón. Yo estrené dos de ellas, y no es de extrañar que el pedante pero oprimido adolescente que era se encontrara en el protagonista. Un hombre dispuesto a luchar por superar las limitaciones que el conservador mundo de la francia post napoleonica le impone. Sobresaliente.

El enamorado de la Osa mayor. Creo que no llega a las 300 páginas, pero este relato autobiográfico sobre un joven contrabandista entre Polonia y rusia antes de la segunda guerra mundial resulta fascinante, cristalino y extraordianariamente evocador. La libertad, la naturaleza y el sendero de nuestra vida.

El criptonomicón. Trilogia compuesta por dos novelas, o al menos dos historias que se narran simultaneamente en tres libros. Una transcurre en la segunda guerra mundial centrada en las divertidas aventuras de un sargento de marines y un experto en códigos, y otra en los ochenta, con hackers y conspiraciones. Divertida, original y muy, muy adictiva.

Declara. No podia faltar una novela de mi santo patrón Tim Powers. Una novela larga, emocionante, muy bien escrita y de espias. La revisión de la historia en clave fantástica no es algo nuevo, sino que Powers lleva haciendolo años, con un gran rigor documental absolutamente disimulado por el misterio, la intriga y la aventura. Para pasar varias tardes muy buenas.

La estación de la calle Perdido. Una novela de aventuras que mezcla Lovecraft, Dickens, alienigenas, conpiraciones, un Londres victoriano de ciencia ficción a vapor y varios centenares de referencias más. El libro que más me enganchó en el 2005. O el 2004, no me acuerdo.

La trilogia de las Fundaciones, de Asimov. Está enmarcada entre y con casi una docena más de novelas, pero las imprescindibles son Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación. Un triunfo de la historia, la intriga, el analisis de personajes y motivaciones. Podria haber sido una novela histórica, pero el marco futurista da una libertad extraordinaria al autor. Elegida como la mejor trilogia de SF de la historia.

Playa de acero. Una novela de Ciencia Ficción que retrata una sociedad futurista pausible, sin demasiadas utopias o antiutopias, entretenidisima, que hace reflexionar y contiene varias subtramas entorno a la idea de la identidad y búsqueda de la felicidad que te mantendrán pasándo páginas, horas y horas.

La compañia blanca. Una maravilla de novela histórica con pretensiones de exxactitud. quizás tenia razón Conan Doyle al decir que lo suyo era eso, y no el género de detectives o la ciencia ficción.


Y podria seguir durante un par de horas más. Empiezo a sentir ganas de incluir libros con más profundidad - aunque ya he colado varios- o cosas más gamberras, pero ya está bien. Se han quedado fuera de comentario El callejón de los milagros, El diamante de John Meade Falkner, Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta, Juegos de la edad tardia, Cien años de Soledad, El misterio de Salems Lot, y cien novelas más.


No importa lo que leas, sino lo que disfrutes y saques en claro. Que tengais buen verano.

miércoles, julio 11, 2007

Siete son muchos libros a medias...




















Esta noche le he preguntado a una compañera de trabajo que leia... A su respuesta mi mente incansable ha hecho la lista de los libros que tengo a medio. Esa columna inestable que rebosa los bordes de mi mesilla y crece tambien en la tapa del bidet.


1- The Lord of the Rings

Me lo he leido muchas veces en español, pero lo compré en ingles en Rishikesh para mejorar el idioma y distraerme en las largas noches de los Himalayas. Dejé a Frodo saliendo de Rivendel al llegar a España y continuaré con el cuando vuelva a salir del pais esta semana.

2- Varada tras el último naufragio

Una crónica del desamor más profundo y de los encuentros más naturales e infortunados. Cierra la trilogia que Esther Tusquets comenzó con "El mismo mar de los veranos", pero se adivina tan trágico que me tira para atrás.

3- Ovidado rey Gudú

Ana Maria Matute en un precioso y a ratos apasionante ladrillo que mezcla una saga familiar de las de toda la vida con los cuentos de hadas y una visión al tiempo muy humana y comprensiva con el espiritu de las leyendas. Ya van más de 600 páginas...

- Los fantasmas de mar

Es una de las más hermosas y delicadas piezas de horror de William Hope Hodgson, pero llevo 4 meses parado en los primeras treinta páginas, y voy a acabar destrozando el libro si lo leo así. Oficialmente ya no lo tengo a medias. Cuando pueda lo empezaré desde el principio.

4- Tao Te King

De esos libros que empiezas a leerlo y nunca acabas. Porque incluso sin tenerlo cerca te alcanza una noche la inspiración y encuentras un extraordinario y transformador sentido a algunos versos. O te pasas dos dias repasando un par de poemas y sigues casi igual que antes...

5- El poder del Ahora

Un libro extraordinario que ahora sí que voy a leerme entero. Igual que la mente nos distrae de lo que ibamos a hacer, mi vida se lió estos meses y he tenido que recuperar algo de paz y saber que es lo que quiero. Leerlo y aprovechar las profundas enseñanzas que ofrece.

6- Las 36 leyes espirituales de la vida

Yo las dejaria en menos de 30, pero me está gustando. Formula en forma de leyes ideas y conceptos muy basicos y - me parece- acertados de la comprensión espiritual de existencia. Eso si, el gurú de esta señora me parece a cada cita, más cantamañanas.

7- Over the Edge

Es una relectura del comic hecha con mucho agrado. Si conoceis la película olvidadla. Disney asfixió a los personajes originales con azucar y jarabe de grosella. El mapache TJ es un adicto al azucar y los conservantes artificiales, Verne es un narcisista y depresivo artista y consumidor de televisión - y una tortuga.


Estos y probablemente otros. Afortunadamente mi memoria es lo bastante buena para poder retomar un libro meses despues en la misma página. Desafortunadamente mi constancia debe mejorar. Mientras, intentaré acabar estos libros.

Si es posible...

miércoles, mayo 02, 2007

Farenheit 451, de Ray Bradbury























Era estupendo quemar


Constituía un placer especial ver las cosas consumidas, ver los objetos ennegrecidos y cambiados. Con la punta de bronce del soplete en sus puños, con aquella gigantesca serpiente escupiendo su petróleo venenoso sobre el mundo, la sangre le latía en la cabeza y sus manos eran las de un fantástico director tocando todas las sinfonías del fuego y de las llamas para destruir los guiñapos y ruinas de la Historia. Con su casco simbólico en que aparecía grabado el número 451 bien plantado sobre su impasible cabeza y sus ojos convertidos en una llama anaranjada ante el pensamiento de lo que iba a ocurrir, encendió el deflagrador y la casa quedó rodeada por un fuego devorador que inflamó el cielo del atardecer con colores rojos, amarillos y negros. El hombre avanzó entre un enjambre de luciérnagas. Quería, por encima de todo, como en el antiguo juego, empujar a un malvavisco hacia la hoguera, en tanto que los libros, semejantes a palomas aleteantes, morían en el porche y el jardín de la casa; en tanto que los libros se elevaban convertidos en torbellinos incandescentes y eran aventados por un aire que el incendio ennegrecía.

Montag mostró la fiera sonrisa que hubiera mostrado cualquier hombre burlado y rechazado por las llamas.

Sabía que, cuando regresase al cuartel de bomberos, se miraría pestañeando en el espejo: su rostro sería el de un negro de opereta, tiznado con corcho ahumado. Luego, al irse a dormir, sentiría la fiera sonrisa retenida aún en la oscuridad por sus músculos faciales. Esa sonrisa nunca desaparecía, nunca había desaparecido hasta donde él podía recordar.

...

Farenheit 451 es una novela visionaria pero realista. Bradbury,escritor, bibliofilo y poeta nos habla de un futuro en el que los televisores llenan las habitaciones, está mal visto y es peligroso caminar por la calle y los bomberos queman libros para evitarnos contradicciones y dudas.
451 farenheit es la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde.


Este libro estupendo lo puedes comprar o robar en cualquier libreria, biblioteca o sencillamente
aquí.

martes, enero 02, 2007

Bibliotecas






















Estos dias de Navidades estoy pensando en que libro me voy a regalar, y me alcanza el recuerdo antiguo de la visita de principio de fiestas a la biblioteca. Estando libre de estudiar para el colegio o el instituto, cargar libros para atrincherarse en la cama a leer, junto a la estufa, mientras Papa Noel traía "las minas del Rey Salomon2, o "El mundo perdido" o "El nombre de la Rosa"y mi biblioteca ganase otro miembro.

Pero biblioteca, biblioteca lo era la antigua biblioteca local, con viejos sillones altos y sillas desportilladas, estantes estratosféricos de libros inaccesibles y silencios marcados con susurros y rascar de páginas. Hacia siempre calor y los olores que allí reinaban eran los del papel cremoso y amarillento, el de los abrigos humedos y el humo de cigarrillos olvidados.

La actual biblioteca de mi ciudad es mucho mejor, puedes acceder a los libros tu solo y hacer cien cosas fantasticas, pero si cierro los ojos y pienso en bibliotecas y en invierno vuelvo al viejo edificio encima del museo arqueológico y al pasado...

EL INCENDIO DE UN SUEÑO

la vieja Biblioteca Pública de Los Angeles
ha sido destruida por las llamas.
aquella biblioteca del centro.
con ella se fue
gran parte de mi
juventud.

estaba sentado en uno de aquellos bancos
de piedra cuando mi amigo
Baldy me
preguntó:
"¿vas a alistarte en
la brigada
Abraham Lincoln?"

"claro", contesté
yo.

pero, al darme cuenta de que yo no era
un idealista político
ni un intelectual
renegué de aquella
decisión
más tarde.

yo era un lector
entonces
que iba de una sala a
otra: literatura, filosofía,
religión, incluso medicina
y geología.

muy pronto
decidí ser escritor,
pensaba que sería la salida
más fácil
y los grandes novelistas no me parecían
demasiado dificiles.
tenía mas problemas con
Hegel y con Kant.

lo que me fastidiaba
de todos ellos
es que
les llevara tanto
lograr decir algo
lúcido y/
o
interesante.
yo creía
que en eso
los sobrepasaba a todos
entonces.

descubrí dos
cosas:
a) que la mayoría de los editores creía que
todo lo que era aburrido
era profundo.
b) que yo pasaría décadas enteras
viviendo y escribiendo
antes de poder
plasmar
una frase que
se aproximara un poco
a lo que quería
decir.

entretanto
mientras otros iban a la caza de
damas,
yo iba a la caza de viejos
libros,
era un bibliófilo, aunque
desencantado,
y eso
y el mundo
configuraron mi carácter.

vivía en una cabaña de contrachapado
detrás de una pensión de 3 dólares y medio
a la semana
sintiéndome un
Chatterton
metido dentro de una especie de
Thomas
Wolfe.

mi principal problema eran
los sellos, los sobres, el papel
y
el vino,
mientras el mundo estaba al borde
de la Segunda Guerra Mundial.
todavía no me había
atrapado
lo femenino, era virgen
y escribía entre 3 y
5 relatos por semana
y todos
me los devolvían, rechazados por
el New Yorker, el Harper´s,
el Atlantic Monthly.
había leido que
Ford Madox Ford solía empapelar
el cuarto de baño
con las notas que recibía rechazando sus obras
pero yo no tenía
cuarto de baño, así que las amontonaba
en un cajón
y cuando estaba tan lleno
que apenas podía
abrirlo
sacaba todas las notas de rechazo
y las tiraba
junto con los
relatos.

la vieja Biblioteca Pública de Los Angeles
seguía siendo
mi hogar
y el hogar de muchos otros
vagabundos.
discretamente utilizábamos los
aseos
y a los únicos que
echaban de allí
era a los que
se quedaban dormidos en las
mesas
de la biblioteca; nadie ronca como un
vagabundo
a menos que sea alguien con quien estás
casado.

bueno, yo no era realmente un
vagabundo. yo tenía tarjeta de la biblioteca
y sacaba y devolvía
libros,
montones de libros,
siempre hasta el
límite
de lo permitido:
Aldous Huxley, D.H. Lawrence,
e.e. cummings, Conrad Aiken, Fiódor
Dos, Dos Passos, Turguénev, Gorki,
H.D. Freddie Nietzche,
Shopenhauer,
Steinbeck,
Hemingway,
etc.

siempre esperaba que la bibliotecaria
me dijera: "que buen gusto tiene usted,
joven."
pero la vieja
puta
ni siquiera sabía
quién era ella,
cómo iba a saber
quién era yo.

pero aquellos estantes contenían
un enorme tesoro: me permitieron
descubrir
a los poetas chinos antiguos
como Tu Fu y Li
Po
que son capaces de decir en un
verso más que la mayoria en
treinta o
incluso en ciento.
Sherwood Anderson debe de haberlos
leído
también.

también solía sacar y devolver
los Cantos
y Ezra me ayudó
a fortalecer los brazos si no
el cerebro.

maravilloso lugar
la Biblioteca Pública de Los Angeles
fue un hogar para alguien que había tenido
un
hogar
infernal
ARROYOS DEMASIADO ANCHOS PARA SALTARLOS
LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO
CONTRAPUNTO
EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO

James Thurber
John Fante
Rabelais
De Maupassant

algunos no me
decían nada: Shakespeare, G.B. Shaw,
Tolstói, Robert Frost, F. Scott
Fitzgerald

Upton Sinclair me llegaba
más
que Sinclair Lewis
y consideraba a Gogol y a
Dreiser tontos
de remate

pero tales juicios provenían mas
del modo en que un hombre
se ve obligado a vivir que de
su razón.

la vieja Biblioteca Pública de Los Angeles
muy probablemente evitó
que me convirtiera en un
suicida,
un ladrón
de bancos,
un tipo
que pega a su mujer,
un carnicero o
un motorista de la policía
y, aunque reconozco que
puede que alguno sea estupendo,
gracias
a mi buena suerte
y al camino que tenía que recorrer,
aquella biblioteca estaba
allí cuando yo era
joven y buscaba
algo
a lo que aferrarme
y no parecía que hubiera
mucho.

y cuando abrí el
periodico
y leí la noticia sobre el incendio
que había destruido la
biblioteca y la mayor parte de
lo que en ella había

le dije a mi
mujer: "yo solía pasar
horas y horas
allí …"


Charles Buckowsky