
Si la vida está construida con algo, es con tiempo. Con tiempo y con voluntad, con proyectos, con ratos pequeños y grandes. Hay porciones grandes de tiempo, como bloques, que son el trabajo, dormir, incluso comer. Hay momentos pequeños, como guijarros o gravilla. Charlas de trabajo, ratos perdidos ante el ordenador o la tele. Ir al baño, mirar el frigorífico...
Sumamos los bloques grandes y nos sale una gran parte de nuestra existencia, quizás la mitad. Pero queda otra mitad, dispersa y repartida en mil acciones diferentes, por suerte y por desgracia. Muchas de las cosas pequeñas que hacemos tienen sentido por si mismas; otras tantas son respiraderos o reacciones ante cosas que no están bien. Modos de equilibrar, tomando una cerveza o urgando en google, los tiempos de trabajo, tensiones o angustias, todo aquello que no nos llena plenamente.
Digo todo esto porque Punset, ese señor que tiene tan buen gusto para elegir contertulios, decia hace no mucho que para ser bueno en cualquier cosa no cuenta tanto el talento como el esfuerzo y tiempo dedicados. Hasta aquí nada nuevo. La novedad es que pone una cifra para alcanzar la maestria en algo, 10.000 horas.
Cuando me encuentro ante cifras tan redondas no dejo de pensar en la arbitrariedad de estas medidas; sin embargo, 3.000 horas por encima o por debajo, es necesario dedicar una importante cantidad de tiempo a las cosas para hacerlas bien. Con suficiente experiencia seremos buenos en nuestro trabajo - cosa de cinco años a cuarenta horas semanales. Con suficientes codos nos doctoraremos e incluso haremos algún postgrado y saldremos de la universidad conociendo de verdad una materia -unos ocho años dedicando seis horas diarias.
Los chamanes como Don Juan lo sabian, y dedicaban toda su energia vital a lo "importante" eliminando las distracciones y lo insignificante de sus vidas. Algunos expertos alcanzan la maestria cultivando la obsesión y la monomania. y los pobres niños prodigio tocan el piano perfectamente a los ocho años despues de vivir su infancia entre las teclas.
Yo quiero ser bueno en varias cosas, o al menos en alguna, porque es entonces cuando eso que haces se disfruta más, y se realiza con facilidad y fluidez. Y hablo de las cosas que me gustan e interesan. Veo que para ello voy a necesitar vivir muchos años, ser constante e incluso ampliar las horas semanales; por ejemplo, el kung fu lo estoy comenzando a disfrutar ahora, un año y apenas 150 horas después de comenzar a practicarlo. Para comprenderlo antes de los noventa y cinco años se impone dedicarle más horas a la semana, incluso diariamente. Y lo mismo con el ingles, la meditación, el masaje y la fisioterapia...
Así que estoy contemplando el cuadro de mi dia. Los bloques que pueden ajustarse, tallarse o hacerlos participar de estas materias. Los trozos de tiempo que se gastan como reacción a otras cosas, para sentirte mejor y sobrellevar el dia a dia. Y mientras, que estos nuevos ajustes no produzcan más tensión y más necesidad de tiempo para sobrellevarlos...
Me consuela recordar más de un tercio de la práctica del kung fu es descansar. Y que todas estas cosas me gustan. Estoy mirando, asomándome por los rincones de mi cotidiania, buscando esos minutos que son arena muy fina, y que siendo mi vida, se me escapan de entre los dedos...