viernes, diciembre 23, 2011

Hablando del silencio


Esta noche debiera no hablar del silencio, pero incurriré en la contradicción formal que es intentar describirlo con palabras.

¿Que es el silencio? Según el diccionario RAE es fundamentalmente la abstención de hablar, o la ausencia de ruido. Para mi viene a ser algo similar; la ausencia de mensajes y de información, ninguna comunicación que deba ser recibida o enviada. Como mensaje puede ser cualquier cosa, también el ruido o los sonidos apremiantes como timbres de teléfonos o motores de coches.

Así, para mi es el silencio un vacio, una discontinuidad en el flujo de la información. Silencio podria ser también el que se produce cuando cerramos los ojos, cuando giramos el pasador de una puerta y dejamos fuera un mundo de urgencia y actividad. Probemos a hacerlo mentalmente por un segundo. Preparate para dejar de leer y de atender nada más que la negrura tras los párpados, y cierra los ojos unos segundos...

¿Que has sentido? No puedo hacerme una idea exacta, pero en tan breve tiempo puede que no halla saltado ningún pensamiento, al menos hasta que has decidido abrirlos y seguir leyendo. Por un instante no ha habido nada en el mundo. Luego la tensión en los párpados, el roce de las manos sobre el regazo o la mesa, la oscuridad relativa de tener los ojos cerrados y mil ruidos de los que hace un minuto eras vagamente consciente, ahora más intensos y apremiantes.

El silencio ha aumentado por un instante un montón de sensaciones que antes estaban por debajo del umbral de percepción. Creamos un hueco en nuestra mente que ha sido llenado de nuevo muy pronto. Un vacio en el que sacar mensajes e ideas, en lugar de recibirlos, descargándonos de su peso y haciendo lugar para nuevas cosas.

El silencio real es tan raro como difícil de afrontar. Solo me he acercado alguna vez, como cuando estuve unos dias solo en el monte, sin ver a nadie. Antes de aquietarse, mi mente se llenó de ideas y agitación, un fluido expandiéndose para adaptarse a un recipiente mayor. Cuando pasaron suficientes horas empecé a relajarme realmente y el dia siguiente, aunque se escuchaba el ruido de los insectos, del viento y de los aviones en el cielo, fue de los más tranquilos y agradables que recuerdo. Ideas y sensaciones que estaban muy por debajo de mi nivel de funcionamiento habitual se hicieron reconocibles, algunas de ellas tan sencillas y constructivas que me sorprendió no haberlas pensado antes.

¿De donde venian? Nadie las habia traido de fuera, sino que ya se encontraban allí, y formaban parte de ese yo que nunca duerme y al que solo escuchamos en los momentos de máxima paz o cuando soñamos.

¿Existe el silencio entonces? No lo sé, la misma materia y su continuidad son una ilusión perfectamente válida a nivel cotidiano, y la naturaleza busca siempre el equilibrio, llenado lo que está bajo y vaciando lo que se encuentra arriba. Si deseamos estar llenos entonces deberemos vaciarnos de prejuicios, hacer hueco a nuevas ideas, dejar hablar a los demás. Y eso lo conseguimos con silencio. Que no siendo nada, vale más que el oro.

domingo, diciembre 11, 2011

Volver a empezar




















Esta noche he terminado "Volver a empezar", de Ken Grimwood. Un hombre muere de un infarto para despertarse veinticinco años antes, cuando aún es un estudiante con toda la vida por delante. ¿Repetirá los mismos errores, encontrará la felicidad o será capaz de comprender que es lo que le ocurre?

El libro me ha gustado mucho, tanto como para venir aquí a recomendarte que lo compres, lo busques en la biblioteca de un amigo o de tu localidad, o hasta que lo robes... Y también me ha revuelto un tanto las ideas.

Pensemoslo un poco... ¿que necesitamos para volver a empezar? ¿Para seguir intentándolo, para continuar en la brecha?

No es realmente mucho lo que hace falta - aunque en algunos momentos nos parezca tanto- cada segundo es uno nuevo, cada silencio es una oportunidad para llenarlo de palabras, o mejor aun, de escuchar.

Tengo miedo de muchas cosas, la mayor de ellas de vivir, o sea de morir a trozos al intentar nuevas cosas y fracasar, pero siempre hay otro momento, otro tren que parte, otra oportunidad de volver a empezar, o mejor aún, de continuar.