lunes, junio 29, 2009
Estamos en el mejor de los mundos posibles
"...No se puede hacer a la gente feliz por ley. Si le dijeras a un puñado de gente hace doscientos años: "¿Serías feliz en un mundo en que los cuidados médicos fueran ampliamente disponibles, las casas estuvieran limpias, te trajeran la música, las vistas y las comidas de todo el mundo a casa a bajo precio, viajar incluso 200 km. fuera fácil, el nacimiento no fuera normalmente fatal para la madre o el niño, no tuvieras que morir de caries y no tuvieras que hacer lo que te dice el cura", pensarían que estabas hablando de la Nueva Jerusalén y dirían: "Sí"....
-- Terry Pratchett,
---
Este es el mejor de los mundos posibles. Si fueramos capaces de hacerlo mejor, lo hariamos, seguro. Pero mucha gente cree que ya lo está haciendo bien, pienses tu lo que pienses. Opinan que que el mundo es así, con todos los desconchones. Y mientras suficiente gente no cambie de opinion, seguirá así.
Tampoco es cosa de salir a la calle con parcantas e intentar convertir a los errados, porque... ¿que piensas tu de la gente que sale a la calle con parcantas o intenta convencerte de lo que ellos piensan y tu no...?
Por mi parte, lo hago lo mejor que puedo. Quizás si fuera tu podria mejorar o empeorar, pero soy yo. Y tu eres tu. Al final este partido como siempre fue, se juega en casa.
jueves, junio 25, 2009
Volver al Camino
Este jueves regreso al Camino.
De todos los caminos posibles, al de Santiago. Es un retorno breve, menos de una semana, pero muy deseado. Arrancaré en Fromista y espero llegar más lejos de León antes de volver el martes a la vida habitual.
Siempre es diferente ir que venir, y mientras que la primera visita fue más larga y un proyecto excitante, ahora es como visitar un viejo amigo. La fecha se ha ido retrasando con los exámenes y las vueltas de mi propio sendero, y tras algún momento de duda, pensar en volver al Camino me emociona sutilmente.
Visitaré a un amigo peregrino de aquellas tierras, volveré a preparar una mochila más sencilla y completa que la anterior, y caminaré durante unos dias bajo el cielo.
La idea básica del camino sigue allí. Una vida -temporal- distinta, más sencilla, en la que los origenes diferentes de cada viajero se atenuan bajo el cotidiano caminar, descansar y volver a caminar. El Camino, aunque suene a cursi o incluso falso, es una experiencia tan dificil de explicar a los que no lo han hecho, como de los colores al que no puede ver.
Vuelvo el martes, espero que con la buena cara que da el esforzarse todo el dia bajo el sol y descansar sobradamente, sin más preocupación que la de disfrutar cada paso del camino.
Hasta entonces, un abrazo
martes, junio 23, 2009
CUANDO LOS NIÑOS LEEN FANTASÍA
El siguiente artículo de Terry Pratchett está fechado
en 1994, pero creemos que sigue igual de válido quince
años después. El original en inglés puede leerse en
http://www.concatenation.org/articles/pratchett.html
Existe un sentimiento que, en mi opinión, solo se experimenta cuando
se es un niño y se descuben los libros. Es una especie de burbujeo.
Te entran ganas de leer todo lo que se haya imprimido antes de que se
evapore.
Yo tuve que trazar mi propio mapa para este territorio sin cartografi-
ar. Desde dirección llegaba el mensaje de que sí, los libros eran bue-
na idea, pero lo cierto es que no recuerdo que nadie me diera ningún
tipo de consejo. Tuve que valerme por mí mismo.
Ahora se me empieza a considerar un escritor para gente joven. Los
profesores y los bibliotecarios me dicen: "Tus libros son muy popu-
lares entre los niños que no leen". Creo que se trata de un cumplido,
solo que me gustaría que lo expresaran de otra forma.
Los mencionados bibliotecarios me cuentan que lo que los niños leen
por gusto, en lo que de verdad están dispuestos a gastar dinero, es
en fantasía, ciencia ficción y terror; y dicen que, si bien elevan
sus plegarias en agradecimiento porque los niños lean cualquier cosa
en esta era electrónica, ese hecho les preocupa.
No debería.
Hace poco hablé con un profesor que me había invitado a dar una char-
la en su escuela. Estaba teniendo problemillas con el jefe de estu-
dios, que consideraba la fantasía como algo de dudosa moral, irrele-
vante en el mundo de los años noventa y escapista.
¿De dudosa moral? A grandes rasgos, casi toda la fantasía se aproba-
ría sin problemas en un hogar de la época victoriana. La moralidad
que tienen la fantasía y el terror es, en esencia, la moral estric-
ta del cuento de hadas. Degollan al vampiro, tiran al alien por la
esclusa, derrotan al malvado señor oscuro y (tal vez sufriendo al-
gunas pérdidas) triunfa el Bien. No porque disponga de mejor arma-
mento, sino porque tiene a la Providencia de su parte. Vengan las
hordas de trasgos, vengan los terribles desafíos ambientales, vengan
las babosas mutadas gigantes si no hay más remedio, pero venga tam-
bién la Esperanza. Puede ser una esperanza frágil fruto de las fuer-
zas de flaqueza, un espadón arturiano en el ocaso, pero sepamos que
no estamos viviendo en vano.
Puede que la literatura clásica de fantasía ponga a los niños en
contacto con lo oculto, pero lo hace de una forma más sana que lo
que de otra forma ocurriría en esta sociedad nuestra, tan extraña.
Si te hablan de los vampiros, es bueno que al mismo tiempo te hablen
de las estacas.
Por lo que respecta al escapismo, no tengo demasiados problemas con
la palabra. El escapismo no tiene nada malo. Lo que se debe consi-
derar, sin embargo, es de qué se escapa y hacia dónde.
Cuando era un lector afectado por la sed repentina, el primer lugar
al que escapé fue lo que entonces se llamaba el Espacio Exterior.
Leía mucha ciencia ficción, que como he dicho es solamente un sub-
conjunto de la fantasía creado en el siglo XX. Y en términos estric-
tamente literarios, buena parte de ella era malísima. Pero la mente
humana posee una saludable tendencia natural a despajar lo bueno de
la basura. Lo que me ocurrió a mí fue que la literatura escapista
me permitió escapar hacia el mundo real.
¿Irrelevante? La primera mención que encontré a la antigua civiliza-
ción griega fue en un libro de fantasía. Pero en los años cincuenta
la mayoría de colegios enseñaban historia de la siguiente manera: es-
taban los romanos, que tenían muchos baños, construyeron algunas ca-
rreteras y se fueron. Luego hubo un montón de trabajo indigno y pe-
nalidades hasta que llegaron los normandos y empezó oficialmente la
historia.
También dábamos ciencia... más o menos. Yuri Gagarin daba vueltas por
encima de nuestras cabezas. No recuerdo que nadie del colegio lo men-
cionase jamás. Ni siquiera recuerdo a nadie diciéndonos que la cien-
cia, contrariamente a lo que nos habían hecho creer, no era aquello
de trastear con imanes y productos químicos, sino una forma de mirar
el Universo.
La ciencia ficción no paraba de mirar el Universo. No me disculparé
por haberla disfrutado. Vivimos en un mundo de ciencia ficción. Tres
kilómetros hacia abajo y nos freímos, tres kilómetros hacia arriba
y nos cuesta respirar; y hay una posibilidad pequeña pero importante,
dadas sus consecuencias para nosotros, de que en los próximos mil
años se estrelle contra el planeta un cometa grande o un asteroide.
No me lo invento. No me quita el sueño. Pero averiguarlo con solo
unos trece años te abre un poquito los ojos. Para empezar, pone al
acné en su sitio.
Esos otros mundos de allá fuera, del espacio, me hicieron interesar-
me por este de aquí abajo. Hay un paso mental pequeño de los viajes
temporales a la paleontología, de la fantasía de espada y brujería
a la mitología y la historia antigua. La verdad es más rara que la
ficción; no hubo nada en la fantasía que me cautivase tanto como le-
er la evolución de la humanidad: protobabosa, reptil, ardilla bambú,
graduado en arte de Oxford o Cambridge y, finalmente, mamífero capaz
de emplear utensilios. Encontré por primera vez palabras como "eco-
logista" o "sobrepoblación" en libros de ciencia ficción a finales
de los cincuenta y principios de los sesenta, mucho antes de que se
pusieran de moda.
También conocí la palabra "neotenia", que significa "permanecer jo-
ven". Es una cosa que los humanos hemos desarrollado hasta conver-
tirla en rasgo evolutivo. Los otros animales tienen de jóvenes gran
curiosidad por el Mundo, flexibilidad en sus reacciones y una capa-
cidad para el juego que pierden a medida que crecen. Como especie,
nosotros las hemos retenido. Como especie, nos tiramos el día metien-
do los dedos en el enchufe del Universo para ver qué pasa. Es una
característica que puede salvarlos o matarnos, pero vaya si no
es lo que nos hace ser humanos. Prefiero acompañarme de gente miran-
do a Marte que de gente mirando el ombligo de la humanidad. Los
otros mundos son mejores que la pelusa.
Por tanto, no nos asustemos cuando los niños leen fantasía. Es el
abono de una mente sana. Estimula los nodos inquisitivos, y existen
pruebas de que una vida fantástica interna es tan buena y necesaria
para un niño como lo es un suelo rico para una planta. Por las mis-
mas razones aproximadamente.
Saludo a la fantasía como la dieta apropiada para el alma en creci-
miento. En ella está toda la vida humana: un código moral, un senti-
do del orden y, en ocasiones, cosas verdes y gigantescas con dientes.
Hay otros libros que leer, y espero que los niños que empiecen con
la fantasía los lean. Yo lo hice. Pero todos hemos de empezar por
algo.
Uno de los novelistas más famosos de principios de siglo fue G.K.
Chesterton. En su época se atacaba a los cuentos de hadas por casi
los mismos motivos con que ahora, en algunos colegios, se prohíben
de forma encubierta los libros que llevan la palabra "bruja" en el
título. Él dijo: "Se condena a los cuentos de hadas porque dicen a
los niños que hay dragones. Pero los niños siempre han sabido que
había dragones. Los cuentos de hadas dicen a los niños que a los
dragones se les puede matar".
-+-
Terry Pratchett, 1994
(Traducción: Manu.)
viernes, junio 19, 2009
Volver al Tao Te King
Cuando mi anterior estilo de vida se derrumbó, me quedé vacío.
No sabia que era bueno o malo para mi. Ni lo que quería ni lo que necesitaba. Pensaba que era un desdichado, y lo era por no darme cuenta de la suerte que tenia. Solo me acompañaba entonces el dolor, y era lo bastante fuerte como para expulsar al mismo miedo.
Durante muchos años habia visto un pequeño volumen en ferias del libro o alguna bibloteca de amigos. Se llamaba el Tao Te King, o el libro del Camino y su Virtud. Todo apuntaba a que era importante, pero si alguna vez lo abrí, no tuvo ningún sentido, y lo dejé pasar.
En aquella época de crisis no tenia nada que perder, y tras asistir al fracaso de la manera habitual de entender el mundo, sentí que ese libro podia ser importante. La verda es que no se por qué. Acababa de leer Zen y el mantenimiento de la motocicleta, y una tarde encontré en la feria del libro la edición de bolsillo que otras veces habia dejado pasar. Costaba 2.50 y contenia los 81 poemas y un prólogo.
La llevé en el bolsillo de la cazadora durante unos meses. De cuando en cuando lo abria al azar. Apenas entendia nada. En ocasiones algunos versos sugerian cosas extrañas, lógicas aparentemente contradictorias pero con un matiz fascinante, y que me abrían a la esperanza de que había entendido mal el mundo.
Pasó el tiempo, leí otros libros nuevos y poco a poco algunos términos del librito cobraron sentido. Pese a eso, leerlo era como ir de pesca. En el fondo de los versos se agitaban ideas y verdades de gran belleza, pero que solo se manifestaban cuando menos tensión se ejercia, casi como por capricho.
El libro, y otras traducciones, están ahora en mi mesilla de noche, en la mochila y alguna estánteria. Son partes de un libro que hasta que aprenda chino clásico, solo podré entrever en traducciones más o menos afortunadas pero nunca completas. Un poco aquí, otro allá, mucho ruido pero siempre la promesa de algo más.
Muchos poemas los he rechazado en épocas, poco a nada dispuesto a esa línea de actuación, para sorprenderme luego viendo a donde me habian llevado mis pasos. En los últimos tiempos interrogaba al libro, y poco o nada me decia, porque deseaba que me diera la razón, que respaldara mi camino.
Hoy vuelvo a pasar las páginas, leo, y a veces entiendo. A veces si, a veces no.
XLVIII
Practicando el aprendizaje,
diariamente se acrecienta.
Practicando el Tao,
diariamente se decrece.
Decrecer y otra vez decrecer,
hasta llegar a la no interferencia.
No interferir
y sin embargo nada queda sin hacerse.
Siempre aceptar al mundo
cuando no hay que ocuparse de él.
Si hay que ocuparse de él,
no vale la pena aceptar al mundo.
domingo, junio 14, 2009
Breve historia de la revolución tecnológica, de Eduardo Galeano
Creced y multiplicaos, dijimos, y las maquinas crecieron y se multiplicaron.
Nos Habían prometido que trabajarían para nosotros.
Ahora nosotros trabajamos para ellas.
Multiplican el hambre las máquinas que inventamos para multiplicar la comida.
Nos matan las armas que inventamos para defendernos.
Nos paralizan los autos que inventamos para movernos.
Nos desencuentran las ciudades que inventamos para encontrarnos.
Los grandes medios,que inventamos para comunicarnos, no nos escuchan ni nos ven.
Somos máquinas de nuestras máquinas.
Ellas alegan inocencia.Y tienen razón
---
Con la lectura del Tao Te King comencé a tratar de manera constructiva con las paradojas. Con el tiempo descubrí que las paradojas no existen, solo lo parecen quien que desea que la realidad funcione a su manera, no como es. Querer ponerle puertas al campo. Por mucho que pensemos que no tenemos responasabilidad de nuestros actos, o que las guerras no debieran existir, o que nadie debiera sufrir de hambre en un mundo en el que se tira comida, todo eso ocurre por muchas razones.
Las paradojas desaparecen - dejan de serlo- cuando miras con suficiente apertura el mundo. Entender que los hechos y las causas son tan amplios, que imponer la ley de causa y efecto solo es válido cuando aceptemos que tanto unas como otras son múltiples e incluso están mezcladas. El mundo no es único ni limitado, y pensarlo así es la causa de la mayoria de problemas ecologicos de este planeta.
Siguiendo esta línea, usar pesticidas persistentes o la manipulación genética de plantas cultivables son ejemplos sencillos de actos para los que no se ha contemplado adecuadamente sus consecuencias. Si las personas debemos madurar lo bastante para ser conscientes de lo que va a pasar después, parece las empresas no consideran esto importante.
Todo está conectado, y pese a que es un tópico de nuestro tiempo de globalización, resulta una verdad innegable. Afortunadamente también nosotros estamos conectados, y también, cada uno según su capacidad, podemos hacer algo.
jueves, junio 11, 2009
Entre las curvas del camino
No diré que he perdido el camino, porque el camino es imposible de perder. Como la sombra, como el redoble del corazón. Nosotros somos nuestro camino, y nuestro camino se manifiesta en nosotros, como las alegrias y las penas, como los años buenos y los de sequia en los anillos de arboles centernarios.
Las curvas del camino me han llevado por otras riveras, lejos de esta partida que no termina, más ocupado aún que de costumbre. Ocupado y concentrado en el ocio, en el trabajo, en cada minuto. Y de esto ha venido un sentimiento de sentirse más equilibrado, más cooordinado, pero menos cualificado que nunca para explicar a nadie que significaria nada.
Por no hablar del camino, no se avanza más despacio por el. Como un corredor que al hablar pierde el aliento y la carrera, pasan los dias y estoy más atento al camino que a su sombra. Incluso a vivir que a pensar en la vida.
Hace un par de semanas fue el retiro anual de mi clase de Kung Fu. Lo pasamos en el campo. Hicimos obviamente kung fu, comimos alimentos taoistas y rompimos charlando y haciendo chistes una norma de silencio para ese fin de semana que nos parecia ajena y poco realista. Después se discutió el tema, con tantas palabras que la vocación de silencio de los maestros y alumnos se vieron en entredicho. Para mi quedó una nueva estima del silencio, el ver las palabras como expresión pero también distracción de lo que está pasando en cada momento.
Ahora estoy de examenes. La semana próxima me vuelvo a examinar de selectividad, para subir mi nota y matricularme de enfermeria en la universidad pública. Faltan solo unas pocas asignaturas para terminar una carrera de fisioterapia que me encanta pero de la que es muy dificil vivir con alguna holgura. Mientras, mi trabajo sigue permitiendome vivir como deseo, y dispongo de la mejor compañia que podria imaginar. Una vida tan densa que apenas he podido reflexionar sobre ella, ni desde este blog ni desde otra plataforma.
Como decia antes, me veo poco ubicado para dar lecciones de nada, ahora menos aún que hace unos meses. Pero no deseo que este blog cierre. Supongo que esto pasa por pontificar y definir menos, y conversar contigo, lector, mas...
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