martes, noviembre 09, 2010

La procrastinación es el ladrón del tiempo





























Hoy he encontrado en esa inmensa cadena de palabras que es la red, el nombre de uno de mis mayores problemas existenciales. Procrastinación. En el lenguaje corriente, dejar para mañana lo que no te apetece hacer hoy.

Soy una persona bastante activa, o lo he sido, pero como a mucha gente, me alivia secretamente dejar aquello que no me gusta o que me da miedo, para después. Después, ese lugar en el tiempo que endulza, con el almibar de la culpabilidad y la anticipación del esfuerzo, el momento presente. Como darse una vuelta más bajo el edredón calentito en una mañana de invierno, dejando para el yo del futuro -ese que no eres tú, aún- la tarea de enfrentarse a un mundo helado y lleno de responsabilidades.

La procrastinación es el ladrón del tiempo. Y así, como un furtivo mefistófeles, te exigirá en el futuro tu paz, tu éxito, la oportunidad que vendiste por una tregua más en el deber.

¿Son demasiados los deberes, los compromisos, las exigencias? Lo mismo sí, aunque algunos pueden y poco a poco voy renunciando a ellos, y otros no se puede o no se debe renunciar a ellos, porque entonces, si somos lo que hacemos, apenas seriamos nadie.

Procrastinar es una palabra curiosa, interesante, casi bella en sus multiples "erres". Mientras disfruto de su belleza, ¿estaré escribiendo para evitar hacer otra cosa...?



sábado, noviembre 06, 2010

Meditación para simples





















Estoy volviendo a un camino que había perdido.

Ignoro por cuanto tiempo pisaré esta senda, y solo sé seguro que me he de perder de nuevo. Pero la vida es tridimensional, no está atrapada en una plana hoja de papel.

Si no perdemos la perspectiva por el desánimo, nos daremos cuenta de que no existen los circulos viciosos, sino que en el mejor y peor de los casos nos movemos en espirales. Volveremos a caer y a triunfar, a dormir y despertar, pero jamás esteremos en el mismo nivel que ayer, aunque solo sea porque el tiempo nos hace avanzar por su escalera.

Así, vuelvo a recordar mis sueños, a veces percibo casualidades que forman parte de esquemas tan amplios que no pueden simplemente serlo, y estoy volviendo a meditar. Eso sí, descalabrado como estoy del sentimiento de gracia y de las alturas, he tenido que empezar de nuevo con humildad. No soy hoy aquel que se subia a la montaña a buscar la trascendencia, pasaba horas meditando y contemplando, esperando la recompensa de un sentimiento, una visión más clara o un misterio por entender.

Mi mente es otra vez un mono inquieto que me arrastra de un punto a otro, más interesado en las luces y adornos cambiantes que en la permanencia del cielo y la tierra.

Soy pequeño, y aunque la espiral del tiempo me salva de cometer alguno de los errores del pasado, me busca otros nuevos para poder aprender de nuevo. Siento que debo meditar, pero he perdido el entrenamiento mental y físico. Mientras tomo de nuevo el sendero de un pensamiento claro y en paz, sin miedo, he tenido que adoptar la cuesta más suave, la forma más sencilla de meditación, para no agotarme.

Cierro los ojos, y en la cama o en el bus, comienzo a respirar por la nariz. Cuento la primera espiración, intento estar atento a la entrada siguiente del aire y su salida para no dejar hueco a otros pensamientos, y cuento la segunda. A los pocos alientos mi mente se pierde en otras cosas, pero vuelvo a contar desde uno, hasta que las fuerzas y el interes se agoten.

Mañana continuaré, espero. Solo puedo esperar, sin obligarme o culparme, que llegue a contar quince o cien, a cinco minutos o media hora. Si vuelvo a perderme en esta sesión o si no vuelvo a hacerlo, no importa. Otro dia mi camino continuará por aquí, si es posible, si es lo que debe ocurrir.

Mientras, solo importa dar lo mejor con cada aliento, en ese universo diminuto y sin limites tras mis ojos cerrados. Tomo aire y cuento.

Uno...


jueves, noviembre 04, 2010

La vuelta





















Me he casado, y me he ido de honey moon a los USA.

Me he quemado los labios con la deliciosa pizza de a 1 dolar en Broadway, he desayunado una montaña de panqueques a las cuatro de la madrugada en Las Vegas, y comido judias a lo pionero en un rancho de juguete.

Y he vuelto a casa, con el tranquillo cogido a New York y a las Vegas, con ciertas ganas de regresar a estas tierras y más aún de volver a la mia. Lo bueno de desear lo casi inevitable es que sueles salir recompensado, y ya estoy en mi tierra, en mi casa, con mi novia, perdón, esposa.

Los primeros días se fueron en devolver los turnos extra que me cogí para tan largo viaje, y ahora se trata de organizar eso tan tonto y tan simple que es la vida. No toda mi vida, afortunadamente, sino el trocito que tengo a mis pies. Y menos mal, porque si no el vértigo me alcanza, me mareo y tengo ganas de acostarme para salir mañana.

Que es lo que voy a hacer. Que no voy a hacer, y lo que haré pese a desear quitarlo de mi rutina y todo lo que faltará de mi vida cotidiana por las mismas razones. Esa franja, ancha o estrecha si la miras, que es la realidad, la verdad, el universo. Vivir.

Y así, no quiero mirar lo que puede ser, como un libro que se te abre por el final, como una predicción para el sabio. No miraré mi vida y dejaré que crezca en la luz de la luna y las estrellas, que mañana por la mañana me sorprenda el camino, me lleve a donde me lleve.

Además, ahora camino en buena compañia...