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Quienes desean encarnar el Tao han de aceptarlo todo.
Aceptarlo todo significa en primer lugar no tener cólera ni resistencia hacia ninguna idea o cosa, viva o muerta, con forma o sin forma.
La aceptación es la verdadera esencia del Tao. Aceptarlo todo también significa apartarse de cualquier concepto de separación: hombre y mujer, yo y otro, vida y muerte.
La división es contraria a la naturaleza del Tao. Renunciando al antagonismo y a la separación se entra en la unidad armoniosa de todas las cosas.
Toda separación es una mentira, una reducción de la realidad.
Nadie es una isla, estamos unidos a todos los niveles.
A nivel social nos ignoramos, herimos, ayudamos o complementamos.
A nivel físico nacemos, crecemos y morimos, en un mar de materia del que tomamos, transformamos y al que finalmente devolveremos todo lo que hicimos nuestro...
Somos parte del universo como los peces o las olas del océano. Inmersos en este mar invisible podemos percibir mareas sutiles, ciclos y encuentros.
¿Dirías que los seres vivos que nadan en sus aguas no son parte del océano?
Lo mismo ocurre con lo invisible y contigo.
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