viernes, marzo 10, 2006

Nostalgia



















La nostalgia se deja sentir en los últimos dias. Compañeros de trabajo, amigos, coleguillas, me recuerdan series de la infancia, valores absolutos y eternos como los bocadillos de nocilla, o simplemente otros momentos...

No hablo ya de profesionales de la nostalgia, como padres o abuelos; sino de gente joven, de entre casi treinta y casi treinta -por encima y por debajo de esa década.

Los sonidos de canciones que se escucharon con catorce años ponen los pelos de la nuca, y el recuerdo confuso de las series que fueron las favoritas, hace sonreir a cualquiera.

Las listas y críticas de internet sobre series como el Equipo A, o el Gran Héroe Americano, o incluso secundarios muy queridos, como este recuerdo de Yamcha, de Dragon Ball... Practicamente nadie de este margen de edad o algo mayor no veia, Mazinger Z, y no pierde la mirada en un horizonte de la infancia para recordar lo que le gustaba de niño.

La nostalgia está presente. Es un sentimiento agridulce, pero dulce aún en comparación con el dia a dia. La memoria es selectiva, y se queda con los momentos buenos, con los instantes de felicidad. Al traernos la escena completa que fue vivida, junto con Mazinger Z y sus combates de gigantes, o el Coche Fantastico y el salto del Turbo Propulsor, o la música del Halcón Callejero, nos quita el peso de los años, y nos devuelve la capacidad de felicidad, de ilusión que sentiamos al ver aquellas series de televisión con las que nos desgastamos las retinas.

Ahora somos como coleccionistas de fascos de perfume, que intentamos disfrutar en los recipientes vacios un vislumbre de lo que contuvieron. Algunas personas incluso no son capaces de retraerse completamente, de abandonarse al juego, y ven grotescas las pintas setenteras de Starsky y Husch, o la brusca animación de Mazinger o La Vuelta al Mundo de Willy Fog.

No sé. Disfrutar de lo que te gustó en el pasado, compartir con el niño de hace tanto los juguetes no es malo. Quien no lo ha hecho o lo hará...

Pero el mundo se mueve; no es necesario, es absolutamente inevitable. El mismo hombre no puede bañarse dos veces en el mismo rio. No solo el rio y sus aguas cambian cada vez; es que como ya sabeis, el hombre tambien cambia.

Supongo que la clave es disfrutar todo el rato, de todo o casi todo. Así no sufriremos tanto de nostalgias que nos coloquen los pies en una tierra que quizas ya no existe.

La clave la conocia Leon Tolstoy.

"No hagas todo lo que quieres, quiere todo lo que hagas"

No es sencillo hacerlo; pero me han dicho que todo es comenzar...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no mal recuerdo, la primera caricatura que veía con ánimo y regularidad era Mazinger Z, pero a una edad tan temprana que no me permite describir tan bien los detalles...

Hoy caminaba por el centro de mi ciudad (la más contaminada del mundo, me cae) acompañado por mi madre y mi hermano, y un par de niños estuvieron a punto de hacernos tropezar pues daban giros en la banqueta sin fijarse siquiera por dónde iban.

Lejos de enfadarme, lo único que pensé fue que no hay nada mejor que la impunidad de ser niño.

Anónimo dijo...

Uno es lo que recuerda ser. No es que la memoria deba dejar a uno anclado a un pasado que quizás necesita creer glorioso. Poríamos considerar la nostalgia un catarro que sobreviene tres o cuatro veces al año y es capaz de doblegar al héroe local, como la kriptonita (con lo grande que es el universo) parece perseguir a Superman. Nada hay más inmutable que el cambio continuo, pero hasta la Tierra evocará momentos en que el Homo¿Sapiens? no existía. La añoranza de los tiempos pasados tal vez suponga un aviso de que estos intensos momentos que gozamos serán la nostalgia de nuestros sesenta. Pasado, presente y futuro caben en una misma persona.

Anónimo dijo...

No está mal ahondar de vez en cuando en esos maravillosos recuerdos. No eres el único al que le pasa, y curiosamente yo mismo recordaba hace unos días series antiguas con una sonrisa.