sábado, octubre 11, 2008

Bistecs, gurus, lluvia y el Ego





















Hace ya dias que no escribo en el blog. Eso siempre es indicativo de que estoy muy liado o descansando completamente. En este caso han sido las dos cosas al mismo tiempo, y un sentimiento de incertidumbre que no ha pasado desde que volví de Berlín.

Hoy estoy en casa, bebiendo infusiones, comiendo suave y vagueando un poco. Entre la lluvia y toda una tarde gritando por teléfono -cosas del trabajo- estoy acatarrado. En esta tierra desertica lo excepcional de la lluvia hace que nos la tomemos muy en serio. El tráfico se atasca, nos quedamos en casa e incluso nos resfriamos. 

Este no era el plan de sábado previsto, pero salir en barco con marejada no habria sido buena idea. Tampoco es tiempo de visitar a amigos con niños muy pequeños ni ir de senderismo. Paciencia, que es la madre de la ciencia, sobretodo si aprovecho estos ratos para estudiar. 

¿Los bistecs? El otro dia invité a comer a mi profe de Kundalini, por todas las clases gratis en la terraza de su casa, y para mi sorpresa ese hombre barbado y yóguico se zampó un bistec. Juraba que hacia cuatro años que no hacia algo asi... Yo me dejé llevar y me comí otro, delicioso pero que me apañó el estomago para las siguientes 24 horas. Durante la comida la conversación no fue menos desconcertante.

Los últimos años he sido más y más consciente de mi ego, esa voz en la cabeza que continuamente recuerda lo pasado, fantasea sobre lo bueno y malo por llegar, y se está comparando con los demás. La que en las epocas malas te machaca, y no puede evitar interrumpir los mejores momentos con observaciones intrascendentes. La "radio" que retransmite todos los momentos de tu vida, aunque tu ya estés allí, viviendola.  

Ser consciente de ella me ha liberado de parte de esa carga. Se que esa voz es solo eso, no soy yo, o al menos es solo una pequeña parte de mí. Que las cosas son lo que son, y darles vueltas no las hará mejores. Y que recontar una y otra vez mis problemas solo les dará una mayor dimensión, y no contribuye a resolverlos.

A veces me descubro a punto de hacer o decir cosas que no solo no me favorecen, sino que realemente no deseo. Sentirse implicado o incluso señalado en conversaciones, problemas o circunstancias ajenas. Tomar partido cuando nadie lo ha pedido ni necesita. Clasificar interminablemente las cosas en buenas, malas, odiosas o necesarias. 

Quien está ahí es el ego, un fuego que teme apagarse, una fiebre llena de miedo a callar, es decir, a morir, y hace lo que puede para mantener conflictos, tensiones, preocupaciones y demás, igual que el campesino abona los campos que le darán de comer.

Los maestros budistas, ese tipo tan agradable llamado Eckhart Tolle, e incluso los antiguos taoistas hablan de este ser que nos habita. De como nos arrastra lejos de lo que está pasando realmente, nos envenena con miedo y conflicto, y sobretodo, impide ver las cosas como son usando los espejos deformantes de la arrogancia o la baja autoestima.

El mensaje de mi profesor de Kundalini era distinto. "Yo - me decia- se que casi todo lo que digo, igual que tu, lo digo para mi mismo. Como me he levantado hoy o lo bueno que soy haciendo cualquier cosa no es algo que nadie necesite saber. Y sin embargo lo decimos, para extender nuestra existencia en el ambito de los demás, para vivir atraves de ellos. Ese es mi ego hablando. 

En el Kundalini - continuaba- se considera que no somos seres únicos, sino que estamos compuestos de diez partes o cuerpos. Uno de ellos es el ego. Es una parte de mi. Suprimirla es negarme, quitarme una parte, ser otro distinto. Por mi parte intento que no tome decisiones que me comprometan, pero trato de aprovechar su energia, su viveza, ya que está aquí."   

Hace tiempo que me enfado conmigo mismo por no hacer siempre lo que pienso que debo hacer. Por tener dias regulares, desear en ocasiones estar solo, o hacer tonterias, como todos. Un dia o dos antes de esta conversación habia comenzado a pensar que debia comprender en mi agenda esos dias, para que no me reventaran mis planes. Aceptarlos. Aunque la idea de darle cancha al chucho que llevo dentro me parece enfermiza.

Aun no lo tengo claro. No he superado mi ego, el camino es largo y lleno de vueltas. Y en el los conflictos y luchas conmigo mismo no me favorecen. No quiero hacer tonterias por impulsos como hincharme a comer, dejar pasar las cosas o retrasar mis obligaciones para estar todo el dia viendo series o leyendo. Pero tampoco tiene sentido una existencia puramente planeada, diseñada. 

Aquí estoy. Reconociendo más partes de la máquina. No muy contento de tener duendes en el sótano, pero intentando ponerlos a trabajar en lugar de pelear con ellos. Dejandoles algo de cancha para que no se revelen y tomen el control totalmente, y esperando que poco a poco pierdan fuerza, o mejor, sea cada vez más el observador, la parte de ti que no tiene prisas ni miedos, esa que sabe apreciar una puesta de sol o una tarde de lluvia, la que asuma más y más mi vida.  

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues es cierto que está bien de vez en cuando dejarnos llevar por la la vaguería y no tenerlo todo planeado. Si intentamos diseñar un plan maestro al milímetro, nunca llegará a buen puerto o al menos no lo hará cuando y como nosotros queremos. Me parece más factible marcarse "objetivos" por así decir e intentar cumplirlos sin prisa pero sin pausa (poquito a poquito pero sin agobiarnos porque no sale tal o cual cosa). Aunque no soy quizá el más indicado para dar consejos, porque para perro YO.

Un abrazo.

Ashbless dijo...

La vagueria, amigo mio, es más que el impulso natural de todos los cuerpos a adoptar la posición más estable, o sea, tendido en la cama o en un parque leyendo un libro o durmiendo.

Es el impulso contrario a hacer, su equilibrio. Pero cuando alcanza ciertos niveles o se manifiesta sin que nos demos cuenta, es un impulso contrario, la manifestación de una lucha o de un conflicto. Las cosas que pensamos que queremos o debemos hacer, pero que sin embargo en el fondo no nos apetecen. Es decir, que en la complejidad que somos de experiencias, impulsos y voces, es la voz cantraria a la razón. Y es una voz.

Por otro lado, es cierto. Un mundo calculado al milimetro carece de vida, de color. Y las cosas que suben rápido, bajan rápido. Es mejor, como dices, hacer poco a poco, sin agobios. Es mejor hacer las cosas con el corazón, con toda nuestra voluntad, con toda nuestra paz, sin conflictos interiores ni voces desestimadas.

Entonces haremos lo que realmente queremos -no solo una parte de nosotros- y estaremos en paz.

Artea dijo...

No es, desde luego, nada fácil eso de "pensar, sentir y actuar en una misma dirección".

Aunque posiblemente esa sea la dirección, o -al menos- una de las tantas posibles.

Siempre he dicho que al ego hay que darle algo de cancha, y también unos cuantos azotes. Probablemente le haga más falta de lo segundo que de lo primero.

Pero está claro que ahí está.
Habrá que utilizarlo.
Y si puede ser con eficiencia, tanto mejor.

Gracias por volver... a escribir.

;)

Ashbless dijo...

La verdad es que no me importa la dirección. Tengo fe en que si se ponen de acuerdo tantas partes de mi, no pueden llevarme a ningún mal sitio.

Lo que no se es la medida de los azotes. Generalmente lo reprimo, y ahora le estoy dando lago de salida, aprovechando que mi ego tiene mucha retranca en las conversaciones, y un entusiasmo grande, aunque casi siempre mal dirigido.

¿Como dirigirlo a lago que me convenga y no a donde me puede hacer más daño? Es como ir en medio de la niebla en un campo minado y pedirle que te guie... casi siempre una receta para el desastre, aunque tiene que haber alguna manera...

¿Cual?

He vuelto, o mejor dicho, no me habia marchado, solo estaba perdido en el jardín.

Un abrazo

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Hay que enseñar al ego a que te acompañe mientras ves una puesta de sol o una tarde de lluvia. No resistirte a su "presencia" pero hacerle saber que tan solo es una parte de ti. Tú eres mucho más; eres quien escribe sobre el ego, aunque en esa acción también esté tu ego.

Ashbless dijo...

Es un consejo excelente, desde mi perspectiva. Y es lo que no he estado haciendo este tiempo.

Mi respuesta tras descubrirlo ha sido de auténtico enojo, como si alguien me estuviera traicionando. Y supongo que cada parte de mi solo hace lo que puede, igual que yo, que soy la suma de las partes.

Trabajaré en esa linea de aceptación, aunque no tengo una idea formada sobre como el ego y yo podemos trabajar juntos.

Quizás sea mejor así.

Gracias y un saludo.