miércoles, noviembre 19, 2008

Una jornada tan larga...


















Anoche estaba tan cansado que no podia acostarme. O al menos eso parecia. Cuando la fatiga llega a extremos el metabolismo echa el resto y es una de esas veces en que la mente tiene más sentido común que su compañero el cuerpo.

Han sido unos dias largos, llenos de horas y minutos. Si tengo que empezar a contar, el último dia que descansé bien fue el viernes noche. Luego tuve una boda en Valencia, el viaje de ida y vuelta, comí con unos amigos y aterricé un domingo tarde en casa con tantas sensaciones dentro que no pude parar. Luego un lunes y martes laboral y personalmente intensos, y para que entrar en detalles...

Resulta curioso que nos sorprendamos con lo más natural del mundo. Que haga frio en invierno, el afecto de los amigos, que te diviertas tanto en las fiestas, y que conque muevas un poquito ficha, el universo conspire para satisfacer tus deseos.

Así, me he reencontrado con amigos muy queridos que habia dejado que se me escurrieran junto a la arena del reloj, lejos. Me han devuelto una imagen de mi que no es la que tengo, y me han hecho darme cuenta -otra sorpresa tonta- de lo malos jueces que somos de nosotros mismos.

Me han llamado para más clases particulares tras decidir unilateralmente que podia dar unas horas más a la semana, y parece que me van a pagar muy bien por hacer algo que me encanta. Y he perdido el miedo en ayudar a los demás con mis crecientes conocimientos de fisioterapia. Incluso me siento colmado de detalles y regalos por nadie en particular y el universo en general, ahora que empiezo a sentir que los merezco.

¿Todo bien? Solo si lo permito. Por otro lado, la tentación de apretar el acelerador está ahí. De querer hacer estos dias ordenados y perfectos. Y eso es imponerle geometria a un mundo que es salvajemente bello y armonioso sin interferencia. Lo bueno que me llega es respuesta y compensación de lo dificil, del esfuerzo y la relajación, y también de la fe, aunque pueda parecer extraño.

De resistirme a la tentación de controlar lo que está sucediendo. Y eso es como pedir certificados por triplicado al sol, a los abrazos, al viento y a la semillas de lo que ha de crecer.

Aquí estoy, sintiendome quizás mejor que ayer, cuando soy solo esa misma casualidad, el mismo enigma que otras veces, solo que con los ojos y los brazos más abiertos.

3 comentarios:

Calle Quimera dijo...

Pues si hoy estás quizás mejor que ayer.. ¿vale la pena aplicar la geometría? ¿No es mejor centrar todas las energías en cerrar los ojos e imbuirse de ese bienestar, respirar hondo y hacer que se adentre por cada fibra del interior hasta bañarte entero por dentro? Puede que solo seas la misma casualidad y enigma de ayer, pero un poquito más feliz. Y eso ya es mucho..

Mejor disfrutarlo sin preguntar, porque no sabemos cómo nos levantaremos mañana.

Besos, Ashbless.

Ashbless dijo...

No merece la pena aplicar ninguna regla, ni cartabón, ninguna geometria, querida Avalon. Las viejas costumbres están para abandonarse.

Los milagros cotidianos pierden valor si los intentas analizar. El observador modifica lo observado, o la mente se interpone entre nosotros y el instante presente, que diria Eckhart Tolle.

¿Que es mejor? ¿Vivir, o pensar si se ha vivido?

La respuesta está clara...

Besos

Calle Quimera dijo...

Eso mismo pensaba yo... :-)

Besos, Ashbless.