miércoles, julio 05, 2006

La ciudad de bronce, sueño

















A veces sueño con una ciudad ardiente, castigada con lluvia de fuego celeste.

Las llamas inflaman el aire, llenandolo de luz cegadora. El asfalto recalentado exuda petróleo. Los ladrillos enrojecen al arder, y toda vida perece o se exilia a las sombras.

Lo único imperecedero en esta ciudad es el metal. Todos los metales por el calor se han trasmutado en bronce, y brillan rojizos entre oleadas de aire plateado y bullente. Coches rojizos, ardientes barandas y bancos anaranjados del calor.

Los edificios fueron más altos un dia, ahora solo los que tienen tejado metálico se alzan desafiantes al fuego del cielo.

No hay fuentes ni agua, y el cauce del rio es una cicatriz cuarteada entre en el tablero de asfalto fluido y baldosas rojas.

Calor. Todo está ardiendo.

Abajo, fuera del castigo del cielo, hundidos en sombras profundidas y pozos oscuros, viven los hombres.

Al dejar de rodar el sol por el cielo anaranjado o cruelmente azul, emergen.
Suben por ridiculamente largos túneles, buscando lo que fue suyo, las migajas de su antiguo reino. Vuelven por unas horas a poblar casas atrancadas al fuego o el pillaje, o buscan una cordura que atenaza la oscuridad.

Lo hacen con cuidado. Tienen miedo.
Miedo del fuego que aún perdura, de la visión de la ruina, de los espacios abiertos, pero sobre todo de ellos.

De los nuevos hombres de fuego que caminan a la luz del sol...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta... la visión post-apocalíptica de la ciudad, las luces y los colores ardientes como la bomba o el fuego, los edificios descarnados y las estructuras de metal desnudas bajo el sol abrasador. Hay algo que me recuerda a Bradbury, no sé si a las ciudades desiertas de los marcianos; a esa ciudad que esperaba para vengarse de los humanos, dormida durante siglos; o a los huamnos que colonizan Marte, que pese a sus intenciones, llevan en su inteior la chispa del cambio y la destrucción, que acaba prendiendo y cambiando Marte para siempre, igual que Marte acaba les cambiándoles a ellos.