jueves, agosto 03, 2006
Carta abierta a G. Bush (Aconsejando al Príncipe, Chuang Tzu )
El ermitaño Hsu Su Kwei había ido a ver al
Príncipe Wu.
El Príncipe se alegró. "He estado deseando
verte", dijo.
"durante mucho tiempo.
Dime si estoy en lo
correcto.
Quiero amar a mi pueblo y, a través del
ejercicio de la justicia,
poner fin a la guerra.
¿Es esto suficiente?"
"Ni mucho menos", dijo el ermitaño.
"Su 'amor' hacia su pueblo
lo pone en un peligro mortal.
¡Su ejercicio de la justicia es la raíz
de una guerra tras otra!
¡Sus grandes intenciones
acabarán en el desastre!
Si se propone 'lograr algo grande',
sólo se está engañando a sí mismo.
Su amor y su justicia
son fraudulentos.
Son meros pretextos
para su autoafirmación, para la agresión.
Una acción traerá consigo otra
y, en la cadena de los acontecimientos,
sus ocultas intenciones
quedarán al descubierto.
Usted afirma practicar la justicia. En el caso
de que aparentemente tenga éxito,
ese éxito será portador de nuevos conflictos.
¿Por qué todos estos guardias
vigilan
las puertas del palacio, alrededor del altar del
templo,
por todas partes?
¡Está usted en guerra consigo mismo!
Usted no cree en la justicia,
sólo en el poder y el éxito.
Si derrota
a un enemigo, si se anexiona su país,
quedará un menos en paz
con usted mismo de lo que está ahora.
Tampoco le permitirán sus pasiones
quedarse quieto. ¡Luchará
continuamente por
un más perfecto ejercicio de la 'justicia'!
Abandone su plan
de ser un 'amante y equitativo gobernante'.
Intente responder
a las exigencias de la verdad interior.
¡Deje de humillarse a sí mismo y a su pueblo
con estas obsesiones!
Su pueblo respirará al fin tranquilo.
¡Vivirá,
y la guerra terminará por sí misma!"
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