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Hola, estoy refugiandome del calor en un extrano ciber de Varanasi.
Me he recorrido media ciudad buscando cambiar mis ultimos 50 $. Al final he encontrado un sitio que no tuviera cinco mareaturistas en la puerta y tras unas negociaciones similares al desposamiento de una hija o una operacion de cerebro me han cambiado el dinero. Y no me han cobrado comision.
Bueno. Sigo vivo y bien de salud. Pase mi ultima noche en Agra tirado en el hotel, y al dia siguiente fui a Fatehpur Sikri, un pueblo cercano donde el emperado Akbar levanto una ciudad perfecta donde se dieran el dialogo, la filosofia y la tolerancia. Por desgracia se daba todo eso menos el agua, y tras morir el emperador fue abandonada.
En el bus me encontre a unos argentinos muy majos con los que pase la manana, y me dieron unas sugerencias estupendas para ir a Singapur...
Bueno, pues el sitio muy bien, pero presentaba un curioso contraste. Al pie de los monumentos estaban los tipicos vendedores y guias superpersistentes, e incluso asfixiantes. Los argentinos eran muy cortantes con ellos por cierto.
Tras irse los de Buenos Aires, comi en una azotea, tome Chay y despues me fui a un par de kilometros del pueblo a leer. Esa manana habia comenzado de nuevo Sidartha de Hesse, libro que terminaria al acabar la noche.
India esta superpoblada, y en todas partes hay siempre gente.
Sin embargo la gente que pasaba por aqui era del campo, o gente corriente del pueblo. Como no querian venderme nada, simplemente me saludaban todos al pasar. Un senor que no hablaba nada de ingles se sento a mi lado a hacerme compania. Otro con los mismos idiomas me queria invitar a su casa y que conociera a su familia. Los crios me saludaban al pasar en bicicleta y ver a ese extrano hombre de piel blanca y barba rojiza. Un par de tios con gafas me pidieron ver mi libro e incluso leyeron un poco.
Y siempre el mismo saludo. Hello, Welcome o los mas serios Namaste.
Continue leyendo en un rincon mas apartado y me di cuenta que la acera era de cemento como en mi campo cuando era nino. Me eran familiares las hormigas, la hierba seca, la pared derruida, el trabajo de unos picapedreros mas lejos. No era mi casa, pero solo era diferente en lo exterior.
Ahi estaba, junto a una ciudad muerta de hace siete siglos, en otro continente, en un lugar que habia sonado tantas veces y resultaba infinitamente normal, cotidiano.
Entonces me di cuenta de que viajar es estupendo, porque rompe prejuicios y abre la mete. Pero que tambien todos los lugares, todos los hombres son similares. Todos los lugares son tu casa, y en todos puedes hallar la felicidad. Quizas todos las consideraciones de lejos, cerca, extrano, familiar son dejando aparte las matematicas, prejuicios. Da igual Varanasi, Hon Kong o mi huerta, el agua sacia la sed y el sol brilla en el cielo.