Varios dias más tarde estoy encajando cosas. Asumiendo eso tan complejo que es dar sentido a tus dias y a tus ratos. Saber quien eres y disfrutarlo.
Ahora estoy teniendo más parcelas de mi vida que controlar, algo más de tiempo libre y sobretodo decidir -cuando no hacemos estas cosas- que rumbos y caminos voy a tomar, o al menos hacia donde apunto.
Puedo romper con lo pasado o pactar o incluso desandar lo recorrido. Bueno, eso no.
Una cosa que me sorprende de la condición humana es nuestra capacidad de olvidar, la capacidad de adaptarnos a estaques mayores o menores, y luego la dificultad de volver a disfrutar de lo que antes fue tu mundo.
Este fin de semana me ha servido para repetir errores a la hora de reconquistar mi espacio personal, de acertar y darme cuenta que eso de ser feliz solo o acompañado requeria un trabajo, un esfuerzo e incluso una actitud. Tomar las cosas buenas, evitar las que te hacen daño, saber que te va a levantar el dia y quien o que te lo va a iluminar. Recordar que antes de viajar acompañado tomabas rutas por tu cuenta y acertabas al menos tanto como errabas, quizás más.
No se que va a pasar a largo plazo, pero si lo supiese seria menos divertido. Como contemplar un accidente de tráfico o ver un atraco por la cámara de seguridad. Ser un espectador.
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