martes, mayo 23, 2006

Arthur Conan Doyle



Ayer Google mostraba un icono distinto del habitual.

Era la figura universalmente conocida del detective más famoso del mundo. Llevaba los elementos icónicos habituales.
Sus estereotipicos gorra de caza, la capa o chaqueton habitual, la lupa con que nació la investigación científica, y me temo que una pipa curva. Esto es un error habitual. El Detective, como Doyle lo llamaba, solia fumar en su casa, a solas, cantidades terribles de tabaco para reflexionar en busca de la elusiva verdad.

El cambio de icono de Google respondia al centenario de Arthur Conan Doyle. No sé a que centenario exactamente. El creador de Sherlock Holmes nació en 1859, y falleció en 1930.

Estudió medicina, pero de esa profesión le quedó un personaje que le refleja, el bienintencionado doctor Watson, y su dedicación como médico de guerra en la guerra de los Boer.

Bueno, la verdad es que sin estudiar medicina no habria sido el hombre que conocemos. Uno de sus profesores de la universidad de Edimburgo solia exhortar a los alumnos a analizar mediante el estudio de los detalles y de la razón toda la información posible para realizar el diagnostico correcto. De este personaje real surgió el mítico detective. Tambien el escaso éxito de su consulta y las largas y aburridas horas que pasaban entre cliente y cliente le animaron a entretenerse en escribir relatos. El protagonista era el detective, y tras unas cuantas historias llegó el exito.

Doyle se convirtió en escritor. Tuvo un exito fabuloso, sobre todo con las historias de Holmes, pero acabó cogiendo un gran odio a ese personaje, que era para el gran público la geografia de su talento. Tanto llegó el odio que decidió matarlo.

La presión de los segidores del detective, que escribieron cartas con elegantes y veladas amenazas y las protestas de miles de lectores con crespones negros hicieron que la voz de la razón -bajo la forma de la madre del autor- se impusiera. Años despues Sherlock Holmes regresaba.
No habia muerto junto a su archienemigo Moriarty en la cascada de Reinchenbach, como todos pensaban. Durante ocho años se habia ocultado para vigilar a sus adversarios y preparar su regreso. ¿Uno de los lugares donde lo preparó? El Tibet.

Y así siguió la carrera del detective. Para acallar su voz, amén de personajes de novela histórica, los que consideraba sus mejores logros, con Sir Nigel y el Brigadier Gerard, creó al más brillante, altivo, rudo y genial científico de todos los tiempos.

El profesor Challenger. Este es mi personage favorito de Doyle. La primera aparición de "un cerebro privilegiado en el cuerpo de un hombre de las cavernas" fue en el Mundo Perdido, una excelente, divertida y exhuberante novela de aventuras y ciencia ficción. Todos conocemos la trama.
Una meseta llena de dinosaurios protegida y oculta del paso del tiempo por la selva amazónica. La estructura del libro es perfectamente circular, y el contraste entre los personajes, y sobretodo la personalidad de Challenger convierte su lectura, y relectura, en una gozada auténtica.

Con los años Challeger protagonizó cuatro novelas más. Cada vez más cortas y espirituales.

Tras la muerte de su hijo en la gran guerra, Doyle, que era tenido como un gigante intelectual en su época, buscó respuestas a las preguntas que le invadian, más allá del mundo material y se unió con gran energia al movimiento espiritista. Incluso hizo que su gran mente científica, el profesor Challenger, decidiera investigar el mundo de los espíritus en "El pais de la nieblas".

Tambien fue parte creyente en el controvertido caso de las hadas de Cottingley. Su razón se atemperaba, igual que la de los científicos cristianos, cuando lo espiritual estaba enmedio.

De los hombres quedan las familias, los recuerdos y las obras. La obra literaria de Doyle es amplia y en general muy afortunada. La bonhomia del doctor Watson acompañó a este hombre en todas sus aventuras, tanto literarias como personales. De modo que si teneis un rato libre, os sugiero que visiteis a cierto detective o a un prestigioso pero presumido científico.

Os entretendran bien.

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