domingo, diciembre 30, 2007

Yo estoy vivo, y tu también































De verdad que estamos vivos. Podemos haberlo olvidado entre compras, recados, anuncios y sueño. O puede que estemos demasiado ocupados trabajando para darnos cuenta. Pero estamos vivos.

Estar vivo significa muchas cosas. Podemos crecer aún, seamos jóvenes o viejos. Podemos aprender.

Los males del presente son los frutos de los problemas de ayer, estoy de acuerdo. Pero lo que ocurrirá mañana está pasando ya hoy, y es ahora cuando puedes enderezar, atajar y controlar las cosas antes que crezcan demasiado.

Es hoy cuando lloras y sufres, y cuando puedes ser feliz, cuando se da el tiempo para todas esas cosas que algún dia harás... Te prometo por experiencia propia que lo que dejes para mañana quizás no llegue nunca a pasar.

Estamos vivos. Tu y yo. Es un milagro, algo increíble. Nadie parece haber contado con nosotros para darnos la vida, y es un privilegio, un regalo que no podemos saber cuanto durará. Hagamos suposiciones, confundamos esperanzas y sueños con estadísticas, comamos verdura e incluso preparemos una buena jubilación. Y puede que sin importar esto, ese regalo inesperado, el aliento, la luz y la esperanza deban ser devueltos sin ningún aviso previo.

¿Que podemos hacer entonces? Mientras dure la luz, vivir.

¿Que es vivir? Solo puedes saberlo tu, pero no esquives la pregunta. No creo que haya modo correcto de existir, pero hay solo una questión que responder cuando baje el telón. ¿Estás satisfecho con la vida que elegistes?

Ayer tuve un accidente de coche. Estoy bien, con una contusión y ningún daño grave o permanente, ni en mi coche ni en el otro. Pero podría haber pasado cualquier cosa. Soy afortunado. Estoy vivo. Tu también.

miércoles, diciembre 26, 2007

A France...




























Aqui estoy, en Francia.


Fueron como veinte horas de viaje en un sentido, y otras veinte proximamente de vuelta que merecen totalmente la pena.

He tenido una gran suerte por poder disfrutar de este vaje, de la cocina francesa, porque mis anfitriones son agradabilisimos, y sobretodo porque nada es como lo esperaba.

Hay una costumbre limitadora y casi triste que sufrimos muchos; estar imaginando y dandole vueltas a lo que esta por venir. Y creo firmemente que el peor crimen que podemos cometer contra nosotros mismos es no vivir nuestra existencia con verdadera intensidad, disfrutando cada minuto por lo que es y lo que nos puede dar.

Recuerdo ahora una pintura clasica oriental. Retrata juntos a los tres padres de sus principales tradiciones, el confucionismo, el budismo y el taoismo. Estan probando un vaso de vinagre.

Confucio muestra un rostro triste. Es su deber probar el vinagre, pero realmente su sabor es desagradable.

Buda tiene un rostro ecuanime pero serio. El vinagre -el sufrimiento, amigos- es parte de la vida y hay que aceptarlo cuando viene.

Es el tercero, Lao Tse, el unico que sonrie. Esta alegre porque tiene la oportunidad de saborear el vinagre, y el vinagre esta bueno. Siempre y cuando no le pidas al vinagre que sepa de otro modo que no sea el suyo.

Bueno, pues estos dias me estan dando mucho que pensar. No porque lo pase mal, sino porque en un ambiente extrano me siento estimulado a examinar cada cosa, instante y persona y disfrutarlo lo maximo posible. Y se me estan ocurriendo algunas ideas sobre temas que tenia bloqueados.

Sera la cocina francesa?
Sera cosa de la aventura?
O sera que estoy por fin de vacaciones?

Sea como sea estar merece siempre la pena, incluso cuando pasas por dias tristes como los anteriores al viaje, cosas buenas estan siempre por llegar.

Un abrazo

domingo, diciembre 23, 2007

Llorar o también reir. En algún desierto, de Esclarecidos




















Hay gente a la que atan
y gente que se desata
algunos en el silencio oyen ruidos
y otros caminan en el vacío.

A veces en el circo hay corbatas
y sexo en la butaca de casa
no dejes a nadie sin desatar
si después de hoy está mañana.

EN ALGUNA CIUDAD HABRA
UN TAXI QUE CONDUZCAS TU
Y ALGUN DESIERTO
EN QUE NOS ENCONTRAREMOS LOS DOS.

No hagas nunca lo que has hecho
si es que existe algo nuevo
porque la vida es un pañuelo
para guardar en cualquier bolsillo.

EN ALGUNA CIUDAD HABRA
UN TAXI QUE CONDUZCAS TU
Y ALGUN DESIERTO
EN QUE NOS ENCONTRAREMOS LOS DOS.

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Ayer estaba recorriendo en bicicleta la ciudad con los ojos húmedos, espero que por el viento o el frio. Hoy estoy pasando la última noche laborable en un mes tremendo, tremendo. Y estoy contento.

He decidido que ya no puedo hacer nada por el mes, ni por las fiestas ni por nada. Así que ya que me voy, que descanso por fin y no trabajo en seis dias, estoy feliz. Lo bastante para ser irreverente con los tontos, para canturrear en salas llenar de servidores informáticos o realizar tareas rutinarias con una sonrisa en los labios.

Ayer triste, hoy contento...

Supongo que es cosa de la naturaleza humana, que tras soltar esta carga de año ya, viajar y perder de vista el escenario de mis esfuerzos, solo puedo sentirme libre y sonreir.

Los alumnos, los jefes, las amantes y los compromisos... Incluso amigos y costumbres, quedan atrás. Y es bueno partir de casi cero aunque sea unos dias. Descansar hasta de mi mismo.

Ya se producirán los reencuentros, los esfuerzos e incluso los sueños. Ahora solo resta la aventura de viajar, de ver el mundo.

Mientras que vivais intensamente, y como dicen los Esclarecidos

No hagas nunca lo que has hecho
si es que existe algo nuevo
porque la vida es un pañuelo
para guardar en cualquier bolsillo.

sábado, diciembre 22, 2007

Cuento de Navidad

























Se levantó a las tres. Había dormido durante la mañana, desde las nueve. Unas horas llenas de sueños ahora confusos, imágenes pegadas como la lengua al paladar.

Estuvo un rato adaptándose a la consciencia y vigilando el reloj, no se le pasara la hora. Y cuando ya no era posible esperar más, salió de la cama, se vistió con la ropa que llevara la noche anterior en el trabajo y salió de casa. Pedalear en bicicleta es siempre divertido, aunque estés tan destemplado que no te sobren el aparatoso anorak y la bufanda. Tomar algunos tramos en dirección prohibida, cortar por aceras y escurrirse entre los coches más lentos.

Todo para llegar con solo un minuto de retraso y que la madre de su alumno de matemáticas le anunciara que no iban a dar la clase.

-Espera que te doy el aguinaldo y hoy no dais clase, que llevas a mi hijo muy bien. Estoy muy contenta.

Sorpresa, un cierto picorcillo de orgullo, pero también ciertos problemas para aceptar esto. Llevaba horas haciendo fuerzas en su cabeza para estar ahí, dar la clase, y ahora pretendían pagarle por no darla. Le desearon feliz navidad, que lo disfrutara con la familia y que descansara. Maquinalmente, algo sorprendido aún dió las gracias. Estrechó la mano pequeña del estudiante y besó en las mejillas a la madre, menuda y con un vientre enorme de embarazada.

-Es la primera vez que me pasa esto, explicó. Y felicitó las fiestas, y deseó lo mejor. Adelantó las clases siguientes, donde tuvo que amenazar a los adolescentes con marcharse si no se esforzaban y dejar a otro en el puesto. Y después les explicó las virtudes de trabajar un poco en el momento correcto, de tomar en serio lo que haces. Se sintió bastante hipócrita, viviendo como vivía a salto de mata.

Salió corriendo. Tenia que ver a un amigo muy querido al que no veia desde octubre. Paró un segundo para ojear en una librería un libro que no iba a comprar por saber que tenerlo no iba a resolver sus problemas, y llegó muy justo a la cita.

Al principio no sabían donde ir. Su mente continuaba en la bicicleta, esquivando el tráfico. Sus pies parecían ir de un lado de la calle a otro. Su amigo esperaba sin prisas. Y al final fueron a tomar un té a una teteria cercana. Fue un rato delicioso. Por una hora sintió que merecía estar con ese amigo suyo, al que respetaba con exceso. Igual que la persona que el tenia enfrente, trabajaba muchas horas, vivía con frugalidad, y ultimamente no se estaba metiendo en muchos líos. No había construido una familia propia, ni veia apenas a los suyos, pero intentaba llevar su vida adelante. Se sintió apreciado, estimado. Casi comprendido.

Y luego cuando se quedó solo se retiró a casa. Se dio cuenta que no le había deseado a nadie feliz navidad, solo felices fiestas. La omisión le extrañó. Como tenia un todo a cien debajo de su casa, compró un pequeño belén de plástico. Lo colocó en el oscuro salón del piso compartido, ahora caótico por otra fiesta reciente a la que tampoco había asistido. Lo puso encima del televisor, el auténtico altar de la casa.

No sabia como colocar las figurillas de plástico. En su infancia había sido el severo padre el que montara el belén de barro, antiguo y artesanal, y no dejaba a nadie tocarlo. Así que estuvo ensayando posiciones. Reyes, pastores y los animales jugaron al corro entorno a la sagrada familia. Al final quedó casi satisfecho.

Un impulso le surgió sin entenderlo. Fue a su cuarto y pintó con letras caligráficas inglesas, onduladas y gráciles, una leyenda "¡Feliz Navidad! Paz en la tierra a las gentes de buena voluntad" en una cartulina. La colocó encima del nacimiento.

Esa noche trabajaba también. Saldría al curro en un par de horas. Hoy no había podido hacer preparativos para el viaje inminente a Francia. Afortunadamente los regalos de Navidad ya estaban comprados. Bueno, casi todos. La maleta la iba a dejar para otro día

Sin saber que hacer, acabó llenando la bañera, corta y estrecha, de agua caliente. Tenia frío aún, aunque el cuarto estaba templado. Cuando el agua caliente llegaba casi al borde se metió con cuidado. Se hizo un ovillo para cubrirse entero y pensó que el vientre de su madre habría adoptado la misma postura. Y que también la adoptaban los ancianos dementes del asilo si se los dejaba sin vigilar.

Sintió entonces que comenzaba a latirle un músculo bajo el ojo, por primera vez en años. No dejaba de pulsar y de moverse. Y entonces comprendió que podía estar teniendo un pequeño ataque de ansiedad. Ansiedad Navideña...

martes, diciembre 18, 2007

Tao Te King 63, lo diffcil hacerlo dificil, lo grande pequeño























Quien practica el no-obrar,
y se ocupa de la no-ocupación,
encuentra sabor en lo insípido,
ve lo que es grande en lo pequeño,
y lo abundante en lo escaso.
Cambia el odio por vida.
Proyecta lo difícil donde es fácil.
Pone lo grande ahí, donde todavía es pequeño.
Lo difícil en el mundo, lo emprende
como si fuera fácil.
Lo grande en el mundo, lo emprende
como si fuera pequeño.
Por ello:
El sabio no hace jamas algo grande,
y así finaliza sus grandes acciones.
Quien promete con facilidad,
difícilmente mantiene su palabra.
Quien toma todo a la ligera,
tendrá muchas dificultades.

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El otro dia volví de bañarme en unas fuentes termales, bajo el cielo, y antes de acostarme ojeé el Tao Te King. Se ha vuelto una costumbre, un ejercicio de excavación con el que tengo siempre la esperanza de ver algo que aún no haya encontrado en el libro. Verme sorprendido por un poema ignorado, o encontrar en esta lectura o en esta traducción una nueva comprensión.

Ocurrió. Las ideas que he estado barajando sobre ordenar mi vida, reducir las dificultades que yo mismo genero y hacer facil lo dificil estaban plasmadas ya ahí.

faltan los detalles cotidianos, pero esos son cosa mia. Falta llevarlo a cabo, pero esa es la enseñanza, el verdadero aprendizaje. Vivir.

Dias y noches...




















Han pasado cosas...

He comenzado a disfrutar esta discreta soledad llena de amigos y trabajo.

Anoche me bañé con un par de colegas en unos baños termales al aire libre.

Creo que no voy a ampliar matrícula y me voy a concentrar en sacar todas las asignaturas que tengo, y el año que viene más.

Me marcho estas navidades a Tours, Francia. Me ha invitado una amiga, una persona que posee una intensa luz, y voy a realizar un viaje que presenta un perfil casi antropológico. No solo castillos y jardines, sino conocer a su familia...

Este mes espero poder pagarle a mi madre la mitad de lo que le debo por la matrícula.

Mientras, mis regalos de navidad han llegado ya. Un comic -Bone- de 1300 páginas y la última novela de mi querido Tim Powers, Three Days to Never - ambos en ingles.

A ratos intento leer Time d'expiratión, otra novela de Tim, esta en frances, para poder hablar algo en Tours.

Y ayer dormí once horas y hoy voy camino de cinco, así que me voy a la cama.

Entre medias amigos reencontrados, cenas de Navidad y toda la pesca...

¿Quien decía que llevaba una vida monótona?








La música es Cafe del Mar, de Frank Fischer, un antiguo clasico que queria compartir desde hace tiempo.

lunes, diciembre 17, 2007

Si mis manos pudiesen deshojar, de Federico Garcia Lorca




















Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de la frondas oscuras.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
En esta noche oscura,
Y tu nombre me suena
Más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
Y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
Alguna vez? ¿Qué culpa
Tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma
¿Qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
Deshojar a la luna!!


FGL (10 de Noviembre de 1919, Granada)

sábado, diciembre 15, 2007

Respiración Consciente

He vuelto a meditar.

La mente es un músculo que pierde rápidamente la forma, y aunque conserva parte de lo aprendido, obliga a empezar desde el principio cada vez que se abandona. Afortunadamente se recupera el tono pronto, y espero no tardar demasiado en poder pasar al segundo nivel de entrenamiento. Siempre y cuando no abandone de nuevo.

El texto de abajo es la técnica de meditación con la que yo trabajo. Es una primera toma de contacto con la meditación que resulta muy satisfactoria por si misma pero, sobretodo, ayuda a pasar al siguiente escalón.

He visto el mismo texto en varios sitios, pero la forma que más me convence por su sencillez es esta, extraída de "El club de los Onironautas" Como preparación está bien lavarse un poco, aunque sea la cara o los dientes, hacer algunos estiramientos o relajarte unos minutos. Pero si no tienes tiempo o ganas no te agobies. Busca un buen asiento, y durante cinco a treinta minutos, sigue las sencillas instrucciones.


"Sentados tranquilamente en el lugar de la práctica, cerramos los ojos y ponemos tranquilamente nuestra atención en la respiración. Sentimos como entra y sale el aire hasta que este acto ocupa toda nuestra atención. Cuando aparezcan pensamientos no debemos reprimirlos. Simplemente debemos adquirir la facultad de dejarlos pasar y desaparecer pro si mismos, sin lucha de ninguna clase.

Así que toda nuestra atención está puesta (voluntariamente) en el acto de respirar. Esta práctica es llamada por algunos "Respiración Consciente"y debe proporcionarnos un estado de gran tranquilidad y armonía así como un notable incremento de la capacidad de concentración."

viernes, diciembre 14, 2007

Una semana bajo tierra

















Bueno, he vuelto de nuevo. O estoy volviendo.

Esta semana la vida ha sido tan apremiante que el impulso de describirla se quedó detras del de vivir. Se me presentó la consumación ¿verdadera? de uno de los deseos que habia pedido hacia tiempo. El universo va así. Cuando deseas algo con fuerza a veces te lo dá. ¿No querias caldo? Pues toma dos tazas.

Y una vez confrontado con tu deseo descubres que era realmente lo habias estado pidiendo. Y no es lo que necesitas. Ni lo que te conviene. He estado unos dias viviendo esa oportunidad, esa dimensión nueva que se te abre con alguien nuevo, con un nuevo trabajo o algo así... Y no lo quiero. De modo que he aguantado el tirón del fin de secuencia de turnos en el curro, he dormido y aclarado mis ideas y solo entonces asomo la cabeza - como un vieja tortuga- al mundo exterior.

Y todo está cargado de ironia. Dios si existe es un viejo irónico. O como diria aquel, el Tao tiene mucha retranca.

De vez en cuando me digo que en el universo no hay paradojas, sino relaciones incomprendidas y aparentemente contradictorias entre las cosas. Bueno, pues está repleto de relaciones incomprendidas de esas. Ahora me he enterado que puedo pedir permiso para matricularme de la asignatura que necesitaba para intentar acabar mi carrera en tres años.

Pero eso necesita mucho tiempo y dedicación... Que ahora que he rechazado mi anterior deseo está ahí. Mientras sea firme.

Que curioso que cuando lo creia todo perdido con mi asignatura se me presente esta posibilidad. Y que sea posible a costa de renunciar a lo que realmente no necesito. ¿Paradojico? ¿Adecuado?

Si me entero os lo contaré otro dia. Por cierto, estoy acabando la segunda temporada de A dos metros bajo tierra. Y me sigue gustando. Mucho.

martes, diciembre 11, 2007

Cálico y Calvin...





Amo a Calvin & Hobbes. Los descubrí por casualidad, documentando alguna entrada del blog. Y me encantaron. Hacia siglos que había escuchado al típico colega supercoleccionista de cómics alabarlos. Decir que eran de lo mejor. Esos son los momentos en los que miras al tio y piensas que si gasta 400 pavos en tebeos cada mes, lo bueno debe de abundar... así que lo deje pasar.

Hoy me he encontrado un viejo capítulo de Calico Electrónico en youtube. Es el último de la segunda temporada, y quizás el último bueno de la serie. Me he puesto a verlo y entonces me he dado cuenta, que viñeta por viñeta era un homenaje digno de Ibañez - el padre de Mortadelo- a Calvin. Algunas cosas solo pueden saborearse del todo si conoces a los dos personajes, Calvin y Cálico, pero la experiencia de la infancia es universal.

Así que aquí lo tenéis. Espero que os guste. Es menos bruto que la mayoría de historietas de Calico, y un pelín nostálgico, pero me he reído mucho. Si queréis ver algún capítulo de Calico antes que la fama le llevara al arroyo, podéis verlo aquí.

Viendo esta historia no he podido evitar el recuerdo de una tarde en casa de mis padres, con cinco años y jugando con una enorme caja de zapatos, que se convirtió en mi nave espacial. Que poco hacia falta entonces para viajar...

domingo, diciembre 09, 2007

Las joyas, de Charles Baudelaire

















Ella estaba desnuda, y, sabiendo mis gustos,
Sólo había conservado las sonoras alhajas
Cuyas preseas le otorgan el aire vencedor
Que las esclavas moras tienen en días fastos.

Cuando en el aire lanza su sonido burlón
Ese mundo radiante de pedrería y metal
Me sumerge en el éxtasis; yo amo con frenesí
Las Cosas en que se une el sonido a la luz.

Ella estaba tendida y se dejaba amar,
Sonriendo de dicha desde el alto diván
A mi pasión profunda y lenta como el mar
Que ascendía hasta ella como hacia su cantil.

Fijos en mí sus ojos, como en tigre amansado,
Con aire soñador ensayaba posturas
Y el candor añadido a la lubricidad
Nueva gracia agregaba a sus metamorfosis;

Y sus brazos y piernas, sus muslos y sus flancos
Pulidos como el óleo, como el cisne ondulantes,
Pasaban por mis ojos lúcidos y serenos;
Y su vientre y sus senos, racimos de mi viña,

Avanzaban tan cálidos como Ángeles del mal
Para turbar la paz en que mi alma estaba
Y para separarla del peñón de cristal
Donde se había instalado solitaria y tranquila.

Y creí ver unidos en un nuevo diseño
-Tanto hacía su talle resaltar a la pelvis-
Las caderas de Antíope al busto de un efebo,
¡Soberbio era el afeite sobre su oscura tez!

-Y habiéndose la lámpara resignado a morir
Como tan sólo el fuego iluminaba el cuarto,
Cada vez que exhalaba un destello flamígero
Inundaba de sangre su piel color del ámbar.

Mala memoria, de Calvin & Hobbes


sábado, diciembre 08, 2007

Su amor no era sencillo, de Mario Benedetti


















Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.

miércoles, diciembre 05, 2007

Tao Te King 23.


























Reduce las palabras
y todo irá bien.
Un torbellino no dura toda la mañana.
Una lluvia torrencial no dura todo un día.
¿Quien los causó?
El cielo y la tierra.
Lo que no pueden hacer durar el cielo y la tierra.
¿Como puede hacerlo durar el hombre?
Por eso, si obras con el Tao,
seras uno con aquellos que tienen el Tao.
Con aquellos que tienen vida, serás uno en la Vida.
Con aquellos que son pobres, serás uno en la Pobreza.
Siendo uno en el Tao con ellos,
así se te cruzarán los que son pobres con alegría.
Pero donde la fe no es suficiente
no hallarás fe.

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Ya habia publicado este poema del Tao te King. Aunque la traducción era muy distinta, como puedes ver. Pero los primeros versos me parecen tan adecuados a mi situación, que he decidido volver a publicarlo con esta hermosa traducción.

Lo que no pueden hacer durar el cielo y la tierra.
¿Como puede hacerlo durar el hombre?

No puede. Yo al menos no puedo, no sin pagar el precio de perder lo mismo que quiero conseguir. Lo que deseo de la vida es posible, pero el secreto no está en esforzarse aún más, ni en soportar mejor la frustración de quedarse a medias. Ni en renunciar y detenerse para siempre.

El secreto puede ser realizar las cosas con la máxima sencillez y el menor esfuerzo posible. Armonizar tus actos para que no sean una serie de rupturas y triunfos desesperados, sino resultado natural de las acciones. Suave y continuo, en lugar de duro y al borde de la extinción.

Prescindir de lo que no sea necesario y preservar lo que sí. Saber que es dañino y no intentarlo, y administrar lo fácil y lo difícil. Quizás buscar hacer lo difícil más fácil, eliminando obstáculos y disolviendolos allí donde nacen primero, en mi mente.

Y recuperar las cosas verdaderamente importantes. Una tarde, el silencio dentro y fuera de uno mismo, disfrutar lo que haces. Volver a vivir al sol.

martes, diciembre 04, 2007

Energia, equilibrio y sueño...






















Ayer me dijo alguien unas palabras que me perturbaron...

-Te recuerdo siempre diciendo la palabra cansancio. Es casi una actitud ante la vida...

Y esto claro, me molestó. En mi cabeza se armó la explicación que en términos mucho más corteses y correctos comuniqué a mi interlocutora. Era una buena explicación y todo quedó aclarado. Si seguís el blog imaginareis mis palabras "-Mi actividad diaria es muy grande, con un trabajo a jornada completa, una carrera, las clases particulares que doy además y todas las cosas que me gusta hacer, libros, ver a algún amigo, ir de senderismo o hacer deporte, llevar la casa..."


Pero siendo cierto todo eso, no me convence. Porque siempre puedes engañar a los demás, pero quien mejor me conoce es el enanito de dentro, el que pasa las noches, las tardes y también los días trabajando, descansando malamente del trabajo, haciendo cosas, e intentando muchas más.

Y me he puesto a pensar y, o mi bateria nuclear no está soltando los megawatios contratados, o el ordenador central está inestable y quiere también ser feliz, o todos los planes están mal hechos...

Quizás es un poco de todo. Porque si que me estoy quejando últimamente mucho. He dejado que se me juntaran un montón de noches en el curro, así he dejado de descansar tanto como lo había hecho en semanas anteriores, y aunque no voy corriendo con la lengua fuera -algo he aprendido- si que ha bajado la eficiencia en lo que no sea el trabajo, que es todo lo demás. Porque llevar un esfuerzo extremo es imposible por mucho tiempo, y yo lo estoy intentando...


Pienso, estoy pensando. Sí que soy capaz, lo se. Y de más aún, lo que me hace rabiar. Pero solo si respeto los límites, a los protagonistas de este juego. Si me conformo con posibles. Si no, empezaré a necesitar cada vez más tiempo en cosas secundarias - leer, pensar, ramonear en tonterías- para compensar la insatisfacción de las principales. Y ese tiempo afectará a las principales- dormir, comer, trabajar, estudiar-, haciendo que requieran más tiempo aun. Y a su vez, acabaré dejando de vivir esas otras cosas pequeñas y sencillas que me hacen tan feliz, como salir al campo, pasear en bici o simplemente ver el sol.

Ver el sol, que es algo tan corriente pero que me ha emocionado hoy, tras cinco noches seguidas de trabajo nocturno. A veces no sabemos que importantes son las cosas hasta que no las alejamos de nosotros.

Así que estoy buscando el equilibrio. Además de la verdad, de las huellas de lo intangible en el mundo y de un lugar donde echarme un rato. No parece tanta búsqueda un modo sencillo de actuar. Quizás buscar la sencillez sea un modo de buscarlo todo al tiempo. De disponer todos los elementos de mi vida de un modo más sencillo y armonioso. Con menos interferencias entre la verdad y yo.

domingo, diciembre 02, 2007

El imperio del consumo, de Eduardo Galeano




















Estos días que empieza la mayor época de consumo del año, he recibido este artículo de Eduardo Galeano. Es una reflexión de no más de tres páginas sobre el consumo, y el mundo que este ha creado a su alrededor. ¿Que mundo? Ese en el que vivimos...





El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos.
Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la
gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para
que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también
tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la
ansiedad de comprar y la angustia de pagar.

La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las
guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo
proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble.

La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece
no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo
suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad,
cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo,
acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar.

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La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo
sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y
más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que
anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la
fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos
dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre
compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina
en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas,
termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas
deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.

El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos.
Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja
dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos,
las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En
la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la
gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia
de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno
para la industria farmacéutica.

EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas
que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas
prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene
en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.

«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio
del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el
tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un
pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un
muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en
la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan
para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda
para pagar las cuotas».

Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la
rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala
gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta
dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier
dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que
reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.

El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde
la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación.
Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad
severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más
desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un
40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del
Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que
inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free,
tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se
baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la
pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.

Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los
paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina
local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en
algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un
patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no
sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad
cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera
fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de
la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida
en escala mundial, obra de McDonald's, Burger King y otras fábricas, viola
exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado
derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.

El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que
la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna
juventud y que el menú de McDonald's no puede faltar en la barriga de un
buen atleta. El inmenso ejército de McDonald's dispara hamburguesas a las
bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de
esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del
Este de Europa. Las colas ante el McDonald's de Moscú, inaugurado en 1990
con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta
elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.

Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo
libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato.
McDonald's viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países
donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa
llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en
Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados de McDonald's, en
una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la
Guía Guinness.

Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad
ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en
cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último
cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo.
Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez
menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo
obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen
cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a
plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie
escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de
los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas
tasas de interés que tal o cual banco ofrece.

Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la
soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan,
comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca
falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los
mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o
soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también
pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las
aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas.
Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato
multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara
vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar
frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse
comprando esta loción de afeitar?

El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son
solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética
individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide
decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he
escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier
televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce
algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.

Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de
vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros
cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los
campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y
enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más
injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la
erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen
que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiende en las
grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para
los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren
bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios,
lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los
brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son
el aire y el silencio.

Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia
un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente
tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se
encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo,
¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las
relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta
gente se encuentra con las cosas?

El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión,
donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden
y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes,
que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están
convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.

El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone
su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este
templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla,
en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría
compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El
gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los
maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en
Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos
de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas
bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las
marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua
del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de
los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes
acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la
ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos.
Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los
visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser
mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que
recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado
un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas.

La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso
mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio
de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser
reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece
es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan
volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El
dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí,
mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia.
Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la
más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad
y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio,
más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.

Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía
de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes
que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que
la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a
mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha
vendido el planeta a unas cuantas empresas, porque estando de mal humor
decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa
cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que
tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume
poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la
poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a
corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay
naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.


14-03-07, Eduardo Galeano