miércoles, abril 23, 2008
La confusión
Cuando la confusión aparece, todo se siente fuera de sitio. El reloj lleva un ritmo sincopado, de corazón ya viejo, y mientras buscas caminos en el cielo, vadeas y chapoteas el asfalto.
Se siente raro. Tu cabeza vuelve a zumbar y cuchichear, como una ciudad pequeña al mediodia, y las horas de sueño nunca bastan. Hay apetito, y luego se aburre la comida en el plato.
No tengo miedo, no. O al menos solo un poquillo de angustia. Angustia de poema surrealista, de saberse en un sueño que aún durará. De tarde de televisión y teletienda.
Estos dias han llegado por los excesos de fin de semana, por las decepciones de fin de semana, por las verdades que descubres en fin de semana, y que no estás muy dispuesto a encajar. Y mientras se reordenan las endorfinas, se olvida lo que no puede aceptarse, y se cambian los nombres y adjetivos de lo que definitivamente ha cambiado, reina la confusión.
Cuesta madrugar, cuesta hacer cosas que no sean imprescindibles, y en el rostro siento la persistente caricia del angel del sueño perdido. Doy una vuelta y me encuentro en los cruces de caminos que creia ya atrás. De nuevo, aunque ya conocidas, se presentan viejas y amigables oportunidades para el desastre, antiguos problemas y conflictos.
Pero es solo la confusión. Que te lleva dando vueltas de un lado a otro, que juega con el sol y con la brújula. Mañana, o quizás pasado, todo volverá a su sitio. Se habrá olvidado o perdonado todo. El mundo será un poco distinto para seguir igual, y yo no sentiré tantas ausencias, porque quien tiene que estar aquí ya esta conmigo, y el resto, no importa.
Solo es la confusión...
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