sábado, diciembre 03, 2005
He visto las estrellas!
Llevo unos dias de descanso en Murcia. Un viaje distinto de los de estos ultimos ocho fines de semana.
Viajar desde mi casa, por mi ciudad, para pasar un fin de semana completamente normal, sin largos viajes en buses, noches en hostels o casas ajenas. Sin tener un itinerario programado...
Esto último ha sido lo más dificil. Por ejemplo pasear sin ir a algún sitio concreto, sin prisas...
La mañana pasó charlando y dando vueltas con un amigo. Luego fue comer, dormir la siesta, levantarse tarde y, como no habia programado nada, nada que hacer. Y eso es algo a lo que no estoy acostumbrado. Empecé a sentiir cierta desazón.
Me terminé por ir a la filmoteca, a ver "High Sierra" una clasica novela de Burnett, el autor tambien de "La jungla del asfalto", adaptada al cine con un estupendo guión de Houston.
Un consejo tras ver la película. Si alguien os ofrece un adorable perrito pero os cuenta que es gafe, que todos sus amos anteriores han muerto súbitamente, y tras adoptarlo, todo empieza a ir mal,... buscale otro hogar al perrito.
Me iba a marchar a casa a acostarme temprano, cuando pensé que encontraria a algunos amigos en Sambala, y así fue. Charlamos, aprendí un par de cosas nuevas sobre mí y sobre el mundo, me bebí un par de zumos de naranja y unas horas despues me marché.
Al salir del bar algo me llamó la atención desde el cielo. Sobre los patios de los colegios y los edificios, pese a las farolas y los bloques altos, se veian las estrellas.
Caminé hacia el jardín del Salitre, buscando un lugar a salvo de las luces, y allí pude contemplar el cielo a gusto. No reconocí casi constelaciones, hacia tiempo que no veia las estrellas. Pero estaban allí, brillando pacientemente, sin importarles mi ausencia ni que la ciudad les hubiera vuelto la espalda.
Brillaban suavemente, con una firmeza nacida de eras de tiempo, y bellas como solo pueden serlo las distantes hermanas del sol. Estuve un rato así , cabeceando, buscando entre el techo de las ramas de los arboles nuevos retazos de cielo que devorar. Tejiendo en mi cabeza improbables animales y monstruos con estrellas e imaginación.
Pero todos los momentos deben terminar, y al fin volví a casa. Por el camino iba recordando a quien hecho a faltar, y trayendome algunas estrellas junto al corazón.
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