viernes, diciembre 02, 2005

Zen y el arte del mantenimiento de la bicicleta














Mi bicicleta llevaba unas semanas mal.
Bastante mal en realidad. Los cambios de marcha entraban a tirones, los pedales no respondian a veces, y en conjunto daba la impresión de estar pilotando el Big Ben o alguna barroca construcción movil a punto de desmenbrarse.

Pasaron las semanas. Estaba muy ocupado. Muchas cosas se amontonaban en mi cola de tareas, tantas que empezaban a atascarse unas con otras. En general podia resolver muy pocas, estaba liado ordenandolas por prioridades y tapando agujeros. Mientras la bicicleta pasó de ser una liberación, mi modo de andar lejos del suelo, a un fastidio.

Pregunté a gente, eso sí. Podia ser que los piñones estaban mal alineados. Tenia algún piñon de cambio roto. Necesita aceite, me dijo por fín alguien. Tienes que comprar aceite de máquina de coser en una ferreteria y aceitar la cadena y los piñones antes que se estropeen.
Bien, porque era el consejo más económico, y llevar la bici al taller estaba lejos de mi bolsillo.

Ya sabia que hacer. Pasé semanas (dos) vigilando la ferreteria de enfrente, pero sin suerte. Cuando estaba abierta, no me acordaba o no llevaba suelto, o tenia una prisa horrible¡¿?! por tener tantas cosas esperando hacerse.

Y cada vez iba peor la bicicleta... Estaba preguntandome como seria renunciar a ella cuando un dia me cnacelaron una clase, puede tomarme un rato para pasear en mi trasto renqueante, y pasé junto a un multiprecio. Allí tenian un frasco de aceite, por menos de un euro.

Y esa misma noche aceité la bicicleta. En cinco minutos quedó como nueva. Las marchas entraban suaves, no hacia más ruido que mi swatch, y era delicioso deslizarse por las calles en cuesta haciendo el gamberro...

Y cuando volví a casa me pregunté porqué habia dejado que pasaran semanas, más de un mes, en esas circunstancias. Como algo que me es tan util, practico, y admitamoslo, querido, estuviera así. Y lo peor, descubrí muchos paralelismos con mi vida, y la de otras personas. Tantas cosas que se pueden perder por el equivalente a cinco minutos y un frasco de aceite de menos de un euro.

Relaciones que por egoismo o ceguera se degradan y pierden. Trabajos y sueños que se abandonan por pequeñas piedras en el camino o los zapatos, o simplemente por no prestar atención. Tanto...

Y por tan poco esfuerzo. Y prometí ser Vigilante, y Mejor, Mas Atento y Cariñoso, y tambien Justo.
La verdad es que no sé cuanto me durará, o si sigo así. Esta noche sí.

Por favor, estad atentos.

Y para despedirme, recomendaros un libro.
Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta, una indagación sobre los valores, de Robert Pirsing.

Un hombre hace un viaje en moto con su hijo, cruzando Estados Unidos. Al tiempo que se nos muestra como los aparentemente antitéticos temas del mantenimiento de motocicletas y el Zen, se encuentran tan cercanos, junto con la resolución de problemas cotidianos, el autor nos incita a realizar un recorrido por la historia de la filosofia, buscando la Calidad, lo que sentimos Bueno, y hallando por el camino muchas otras cosas.

Te lo recomiendo. Cómpralo, robalo, o buscalo en tu biblioteca local. Yo lo encontré allí en un momento en que no sabia en que dirección moverme, y me resultó inspirador. Quizas a tí también te enseñe a recordar cosas que has olvidado...

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