No es una canción de Esclarecidos, ni la duración de una jornada de trabajo. Tampoco lo que duró un apagón o un atasco.
Bueno, quizás si un apagón. Es lo que dormido...
Uf!, os parecerá un disparate, pero me hacia falta. Los dos últimos meses en vez de descansar los fines de semana, me he ido de viaje, todos (excepto dos, que he tenido boda en ambos, y tambien he trabajado de noche, en turnos de 12 horas)
Mi cerebro se estaba marchitando, empezaba a hablar menos, y a hacerlo para quejarme...
Pero eso se acabó. He cargado las baterias, eliminado las toxinas, puesto el contador de sueño a cero. Hoy es un hermoso dia de otoño, me he asomado al balcón para ver a un señor arrastrando su vieja bicicleta por la acera, y estoy sintiendo el irresistible impulso de coger la mia, salir a la biblioteca, hacer unos cuantos recados y correr, correr, volar...
Antes que se me pase este ataque de endorfinas acabo esta entrada y me voy marchando.
Os dejo bien acompañados...
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