He llegado hoy al mediodia de Madrid. No hay fotos del viaje.
Todo ha sido muy rápido, menos el regreso, que ha tenido su parte de aventura. Y de lección.
Os voy contando...
El viernes se casaba una familiar en Madrid, en un pueblecito junto a la urbanización de la familia de su novia. Para ir allí utilizaria el medio de transporte más económico, el morro movil, montandome en el coche de unos parientes.
Me levanté para preparar el equipaje y ir al punto de cita, pero estaba tan cansado que no escuché el despertador. Comencé a tener un sueño en el que llegaba tarde al punto de recogida, porque me habia dormido; y empezaba toda una serie de peripecias destinadas a llegar al pueblecito de marras. Tan intenso fue el sueño que me desperté...
En media hora estaba vestido, duchado, hecho el equipaje y comiendo una palmera de chocolate rumbo al punto de recogida, al que llegué justito, justito.
Un viaje sin paradas a Madrid compartiendo el asiento trasero con mis sobrinos o primos o así, y lo pasé muy bien; hacia tiempo que no los veia. Llegamos a su hotel, y fuimos a comer al Foster Holliwood.
Cuando lo chicos vieron el Foster y quisieron comer allí tuve un presentimiento. La cocina no iba a ser muy vegana...
No lo fue. Tras hablar con el camarero, le quitaron a una ensalada la carne, y elegí el único plato (con los nachos) aceptable. Era salmón, pero esta semana no me habia atiborrado a pescado.
Despues de comerme la ensalda y el salmón con de verdura más grandes de mi vida, nos retiramos a la siesta. Despues boda, premio Guinnes en celeridad. Cinco minutos de reloj y las contrayentes se fueron casadas y con el libro de familia.
Y nos fuimos antes de las ocho de la tarde a la cena, y allí empezaron a adivinarse mis problemas.
Y no por la cena, que estubo muy bien, ni por falta de diversión.
El problema fue que al cenar tan temprano, la celebración terminó muy pronto, alrededor de la una, y no encajaba eso en mis planes...
Mi plan maestro, dado que tenia que estar en Murcia el sábado temprano, era aguantar en la celebración hasta las cuatro o así, bajar a Madrid y a las cinco estar en la Estación Sur. Esperar dos horas leyendo a Terry Pratchet en inglés hasta que saliera mi bus a las siete y dormir camino de Murcia.
Pero me dejaron en la Estación Sur a las dos menos cuarto, y cuando a las dos estaba empezando a calentar mi banco y entrar en la trama del libro, nos echaron a la calle los guardias de seguridad... Fuera, en la calle caia el relente, un frio tremendo, yo sabía perfectamente que en esa zona de Madrid no iba a encontrar un bar, un refugio o nada similar en al menos una hora de caminata...
Podria haber despertado a alguien para que me alojara, subir a un bus y dar vueltas toda la noche, pero un ataque de cabezoneria me impulsó a resistir las tres horas que tardarian en abrir de nuevo la estación.
¿Que contar de esas horas? El frio era tan penetrante que tuve que sacar el traje de la boda del equipaje y ponermelo sobre la ropa, rematarlo con periodicos para protegerme las piernas y las caderas y vendarme la cabeza con la bufanda...
Me quedé sentado en un banco proximo a la estación, hecho un ovillo, durmiendo a ratos, ignorado por la policia y la gente que pasaba por allí. No tenia ningún miedo ni agobio, solo el frio y un erratico sentir del tiempo.
No ocupé una boca de metro cercana, porque me daba verguenza compartirla con un chico mucho mejor abrigado que yo pero que no tenia la opción de despertar a nadie, o de marcharse en unas horas a continuar una vida "normal".
Y así pasaron las tres horas, tuve un dialogo de besugos con unos brasileños que me ofrecian un cuarto, pero no nos entendimos nada, y por fín pudimos entrar a la estación y cobijarnos algunos afortunados y esperar un rato para llegar a nuestras casas.
Me he dado un baño caliente de una hora larga, con música de Chambao y esencias perfumadas, hasta sudar casi todo el frio que guardaba dentro. Ahora solo me queda el sueño, pero es un enemigo cercano, que conozco bien.
La proxima vez tendré que afinar y elegir el plan B, aunque no guardo un mal recuerdo de esa noche. Solo frio y un mal pensamiento. Mi noche fria fue tres horas, las del resto no tienen un final claro...
4 comentarios:
¿Por qué a todo el que le cuento esta historia se parte de risa al imaginarme con el traje de la boda encima de la ropa de abrigo, con los periodicos por encima y la cabeza vendada con la bufanda?
No lo veo de risa. Ahora que ya ha sucedido, quizás se le advierta cierto aire romántico a una noche a la intemperie de un noviembre en Madrid, una experiencia breve para conocer de primera mano cómo es para otros.
Celebro que salieras entero de tal aventura.
Dvd
Quizas si sea divertidi visto en perspectiva... ¡Pero entonces solo sentia frio!
UHFFFFF... No sé, supongo que lo divertido será tu manera de contarlo, porque quedarse tirado en la calle (y más en esa zona de Madrid) no tiene nada de gracioso. Lo dicho más arriba, menos mal que saliste bien parado.
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