lunes, noviembre 21, 2005

La Noche y su reino





















Otra vez estoy de noche aquí, en mi trabajo...

No hay mucho que hacer de manera explicita. O sea, que no tengo una lista de cosas apremiantes, sino simplemente muchas horas por enmedio.
Las primeras de hoy han pasado por evitar que el sistema de comunicaciones se colapsara, y hablar un poco por teléfono. Luego he lanzado las copias de seguridad y he matado un poco de rato con charla con el personal; más tarde me pondré con los cursos que tengo pendientes.

Ahora mismo estoy escribiendo esto que lees...

La gente que me conoce, y ultimamente estoy conociendo bastante, me pregunta que hago por las noches en mi trabajo.

Trabajar, resolver los problemas que surgen, charlar un poco, estudiar, leer un poquillo, charlar otro poco...

Debe parecer dificil. Son muchas las horas que tienen mis noches, a veces 8, otras 12, y no parece que halla tema para entretenerlas a todas, y que no se haga pesado al final...

En epocas malas, afortunadamente hace mucho, podia serlo, pero ahora para aprovecharlas bien, siento que no duren 12 o 16 horas.

Por ejemplo, de noche mientras hago otras cosas, escucho la radio. Oigo música o programas nocturnos, como la Rosa de los Vientos. Éste lo escucho en diferido, pero no me gusta tanto durante el dia. Además, mi agenda diurna está tan repleta que no le cabe la radio...

Tambien respondo correos pendientes, de modo que la soledad, entre conversaciones y cartas, no tiene lugar en la noche.

Escucho mi música, para amortiguar el ruido de la docena de ordenadores con lo que comparto la sala. Además, Debussy, Esclarecidos o Richard Stoltzman, por citar algunos, tienen una cualidad extraña y sutil, dificil de percibir a la cruda luz del sol.

En la noche el silencio alimenta las ideas más originales, que llegan mejor a nuestras cabezas, al no tropiezar con tanta rutina y ruido. Con suficiente tiempo trepan por nuestros pensamientos como buganvillas, y no sabemos en que raras visiones pueden florecer.

De noche las conversaciones son distintas, en la penumbra no nos vemos los rostros, y el silencio invita a acallarlo con confidencias y rumores...

Las historias por fantasticas que sean resultan más brillantes y creibles que la rutina del dia, y les concedemos nuestra atención y casi nuestra fé.

Y de este modo, la luna abandona el cielo nocturno, la noche declina, y el fantasma del dia lo tiñe todo de colores brumosos. El sueño se evapora en ciega fatiga, y todo lo que callamos y parte de lo dicho desaparece, o se oculta para florecer en un nuevo anochecer.

No soy especialmente nocturno, ni diurno, tengo que fluir por ambos, por necesidad. Pero hay algo que no me gusta de hacer noches, y tener que es acabarlas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

La noche tiene algo que no tiene el día, y lo digo yo que sí que soy nocturno. Es verdad que las conversaciones, la música, todo en general tiene otro sabor, otra esencia. Creo comprenderte bastante bien, a veces me gustaría poder disfrutar más de las noches (cosa que el horario académico no me permite muy a menudo).
Saludos de parte de los dos.