sábado, agosto 11, 2007

La máquina del arte, de Stephen Barr




















Por fin llegó la hora en que la utopía reinaba en todo el mundo. No la utopía de un visionario como sir Thomas More, ni excesivamente terrena, como la del señor Wells, sino un estado de paz, de abundancia, de libertad. Todas las ciencias habían llegado a sus últimas consecuencias, fundiéndose en una sola. La física y la química habían sido devoradas por las matemáticas, y éstas fueron engullidas por la filosofía lógica.

El gran día en que todo esto resultó evidente, se convocó una convención de todos los filósofos en el paraninfo de las Ciencias Unidas, presidida por el Filósofo Superior.


«Amigos y colaboradores en nuestra obra (dijo):

»Como todos sabemos, la Ciencia ha logrado resolverlo todo, es decir, todo lo que la mente humana puede comprender, todo lo que entra dentro de la gama de conocimientos, especulaciones e inventos. Todo, salvo con respecto a una categoría de la actividad humana. Me refiero a las Artes.

»Pero ¿por qué debe este tema hallarse fuera de nuestros poderes de análisis? ¿Por qué no se puede comprender mediante la misma descripción y síntesis científicas que todo lo demás? Lo que voy a comunicaros no es ninguna novedad para vosotros, aunque lo será para algunos tal vez. ¡Amigos míos, este problema ha sido solucionado!

»Varios de nosotros llevábamos varios años ocupados en este problema; los especialistas de sus diversos aspectos han trabajado solos y en grupos. La primera tarea consistió en analizar los diversos elementos que componen el Arte, y luego sintetizarlos... para demostrar que estos mismos elementos puede producirlos la Ciencia. Por ejemplo, hubo un grupo dedicado a la Pintura, pero dicho grupo quedó subdividido en otros muchos.

»Uno de tales grupos descubrió los principios que gobiernan la forma lineal, las complejas ecuaciones que subrayan lo que es o no significativo en el movimiento de un pincel, una pluma o un lápiz. Luego se presentó la cuestión del color, su relación con la gama y su aliada, aunque totalmente diferente, de la trama. A cada uno de estos factores destinamos un equipo especial de analistas filosóficos. La relación de la luz y la oscuridad, la composición, y muchos, otros muchos elementos, fueron temas de la más intensiva exploración. Después nos ocupamos de la Música: el entrelazado del cambio armónico y la forma contrapuntística en el desarrollo melódico, la función entre el accidente y lo inconsciente. En esto ayudó mucho el análisis de la forma de las ondas, y gran parte de la música guarda una gran analogía con las artes plásticas, así como con el sonido de las palabras y la expresión de una idea o forma literaria.

»Parte de esta labor corrió a cargo de nuestras calculadoras, nuestras supercalculadoras y nuestras ultracalculadoras, que, por ejemplo, efectuaron una investigación estadística, en forma exhaustiva, de los diversos componentes.

»También logramos bastante por medio del experimento sintético, así como por una especie de grabación submicroscópica e investigación de los artistas que trabajan actualmente. Y también de los escritores y compositores cuyos procesos mentales quedaron al descubierto en la calculadora polígrafa.

»Habiendo conseguido todos estos resultados parciales, sólo queda, por tanto, acoplarlos, y este privilegio ha sido reservado precisamente para este momento y para que todos vosotros fueseis testigos de tan magno acto.

»Ni siquiera yo he visto, ni puedo adivinar por anticipado, la naturaleza del resultado total. Este se halla en forma de una máquina, una calculadora de síntesis, pero de tal complejidad y dimensiones que en realidad merece otra calificación más noble. La máquina tiene forma de diagrama, puesto que no es necesaria su construcción y trabaja en teoría y, si ésta resulta correcta, también trabajará prácticamente.

»El diagrama de que hablo se halla presente en muchos centenares de componentes; cada uno de éstos es producto de un equipo que ha tratado y solucionado un elemento particular del Arte. Es imposible adivinar el conjunto hasta que todo esté ensamblado, y ni yo, igual que vosotros, logro imaginar cómo será, excepto poder afirmar que será una máquina que producirá Arte.

»Por tanto, amigos y colaboradores en nuestra obra, debo rogaros que abandonéis vuestros asientos y vayamos al fondo de esta sala, ya que el diagrama, cuando quede ensamblado en la pared que tengo detrás, será de tal tamaño que el conjunto sólo podrá distinguirse bien a distancia. Gracias.»


Luego, mientras muchos ayudantes empezaban a unir los diagramas seccionales en sus lugares adecuados sobre el enorme muro que estaba frente al auditorio, todos los presentes obedecieron el ruego del Presidente y se dirigieron al extremo más alejado de la sala.

A una señal del Filósofo Superior, todos dieron media vuelta y divisaron, larga hasta el inclinado techo, la enorme y espantosa figura de un Hombre.




FIN

2 comentarios:

Calle Quimera dijo...

Estupendo relato,tal vez nos fabricaran en algún laboratorio. Yo lo he pensado muchas veces y solo mirando y escuchando a la gente que me rodea cada vez estoy más convencido.Los Dioses astronautas...... salud¡¡¡.

Ashbless dijo...

El relato está muy bien. La idea de que el ser humano se expresa en el arte, o que el arte es la expresión de la humanidad no es nueva, pero como todas las verdades, sorprende.

Lo del laboratorio, espero que no. Aunque hay gente por ahí que lo parece, es cierto, pero yo creo que es porque estamos muy separados generalmente de la realidad.

Trabajos alienantes, horas y horas ante el ordenador, el volante, la tele, falta de contacto con la naturaleza an creado en un laboratorio, pero nos hemos criado en uno. O en unos grandes almacenes...

Un abrazo