viernes, noviembre 02, 2007
El hombre que aprendió a ladrar, de Mario Benedetti
Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se auto flagelaba con humor: "La verdad es que ladro por no llorar". Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación.
¿Cómo amar entonces sin comunicarse?
Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.
Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: "Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?". La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: "Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano”.
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5 comentarios:
Buenísimo, genial, como siempre!!
Me encanta tu página, es un refugio lleno de ideas y de paz...
Saludos y Besos!!!!
Gracias!
Y gracias por supuesto a Mario Benedetti y a Camila E, la autora de la foto. Con colaboradores tan fabulosos es facil llevar el blog.
Y con lectores tan fieles y agradecidos, lo dificil es perder la ilusión.
Muchas gracias y besos.
Cuidate!
Es genial, de verdad, tan imaginativo y con ese puntito de ironía al final...
¿sabes? Creo que por mucho que lo intentemos, que procuremos salirnos de los patrones establecidos e ir más allá de lo que somos o pensamos, nunca dejaremos de tener acento humano. Y no sé si eso es bueno o malo. Seguramente, depende de para qué, claro..
Besotes.
Podemos empeñarnos en ser lo que no fuimos, en cambiar, en evolucionar, pero siempre tenemos un lugar desde el que partimos.
Yo creo que no es malo. Si el protagonista se hubiera convertido de pensamiento y lenguaje en perro, quizás su amigo canino le hubiera podido reprochar que tenia malos dientes, que era demasiado humano...
Estés donde estés de tu camino está bien. Porque siempre vas a tener otro lugar aún más lejano al que ir. Ye me lo decia un hombre con bastantes años más que yo. Cuando el creia que ya habia madurado y aprendido, resulta que habia mucho más camino por delante. La senda no se acaba nunca.
Y eso está bien.
Besos
es cierto, la senda jamás acaba. Siempre hay un tramo más allá de aquel en que se está en el momento actual...
Besotes. :-)
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