sábado, noviembre 17, 2007

Maestros por todas partes






















Llevo unos dias de lecciones.

No es solo la anatomia. De hecho, aunque estoy estudiando más que antes mientras se acerca el examen, creo que es de lo que menos estoy aprendiendo.

Aprendo de cosas muy diversas, como las relaciones humanas y los juegos y bailes que establecemos hombres y mujeres. De que clase de padre podría ser en el futuro. De los miedos que encierro en mi pecho, y lo que me pueden llevar a hacer. Del miedo que yo también, levanto en corazones ajenos, y de responsabilidad y amor por tu trabajo.

Son muchas cosas distintas, pero es que estoy teniendo muchos maestros diferentes, y cada uno me aporta algo nuevo.

De amigas, nuevas y antiguas, ese juego excitante pero viejo que jugamos las personas. El deseo y el ser deseado. Las esperas, el hacer grato, cercano y similar o exótico y especial a la otra persona. Inevitablemente estoy más experimentado ahora que antaño, y voy viendo las cosas, aunque sea a posteriori. Es extraño descubrir que estás tomando posiciones y papeles, reaccionar y causar reacción. Pero es divertido. Mucho.

He ido a una tienda donde siempre tuve problemas. Necesitaba cambiar un ratón roto, y al llegar me he dado cuenta que estaba tenso, a la defensiva. Que estaba esperando una pelea que no se ha producido ni tenia porqué pasar. Que los comentarios anodinos del técnico que tomaba como algo personal, no lo eran. Incluso yo en su lugar habria utilizado las mismas palabras en ese contexto. Y me he marchado con mi ratón nuevo, y una extraña sensación de sorpresa.

Y en el trabajo igual. De quien esperas un ataque porque no te llevas nada bien, porque teme a todos y los considera sus enemigos, descubres que hoy no hay guerra, aunque tampoco aprecio. Algunas críticas que sirven para ponerte en tu sitio, reafirmarte y reconocer lo que has hecho mal. Y dar gracias al destino porque esto viene ahora que no es importante, y se puede resolver.

Padre, porque así me estaba sintiendo respecto de un compañero de piso y otros amigos que veo cotidianamente desperdiciar su potencial y repetir los mismos errores. Esta semana he comprendido que no quiero ser su padre. Y tampoco quiero ser un padre sobreprotector ni rígido. Solo quiero ser mi propio padre, ahora, y de mis hijos cuando los tenga. Y quiero permitir que ocurran los errores -con algo de red para que los saltos no sean mortales- porque solo de los errores se aprende verdaderamente. Y despues de caer levantarse, sin rencores ni más preocupaciones.

¿Y la responsabilidad y amor por el trabajo? De la batallita laboral anterior, de darme cuenta que soy mucho mejor trabajando de lo que pienso. Y del ejemplo de la novela "Hornblower y el Hotsput" de Cecil Scott Forester, tercera novela sobre la vida de un inteligente y realista marino ingles en los tiempos de Nelson. Un joven capitán de barco que ama lo que hace y entiende el mundo y su vida desde el respeto a su profesión y a los que le rodean. Que no es poco.

8 comentarios:

Calle Quimera dijo...

Yo también he aprendido algo hoy, leyendo este post: por qué solo me acerco a tu casa y me tumbo sobre tu alfombra cuando tengo tiempo de leerte despacio, sin prisas, pensando en lo que leo.

¿Sabes, Ashbless? Tienes un don especial, pura magia: conseguir que cuando se va uno de tu casa se salga en paz...

Un beso enorme, y gracias por estar ahí, por hablar de lo que sientes, de lo que piensas, de lo que te ocurre... Por ser de la manera que eres.

Anónimo dijo...

Sin querer profundizar demasiado, pues realmente no te conozco, creo que a menudo todos nos ponemos capas como si fuésemos una cebolla. Capas de quita y pon y que, según sean las circunstancias, nos ponemos unas u otras.
A esas capas, la gente les llama prejuicios, y generalmente son un lastre. Intentar hacer algo sin prejuicios (ni buenos ni malos) creo que puede ser una manera honrada de actuar, aunque diícil.

Ashbless dijo...

Muchas gracias, Calle quimera. Estos dias he desenrollando la alfombra del todo -es muy grande- y cabe más gente que nunca. Estos dias precisamente que estoy solo en este cuarto, repasando el cuerpo humano, y con tiempo para pensar...

Me voy a sonrojar, pese al brasero. Este blog es la cosa más egoista del mundo, y tener vuestras visitas un aliciente para sacar los trastos a la calle y que les de el sol. Así que muchas gracias a vosotros por venir y que la palabra tenga algún sitio donde caer, despues de haber partido.

Besos

Ashbless dijo...

Te doy la razón Lughnasad.

Esa sencillez que deseo y a la que aludo a veces se rompe cuando complicas las cosas, dejas que los prejuicios distorsionen nuestras percepciones y juicios.

Es cierto que cada situación puede necesitar un papel concreto -amante, profesor, vendedor o padre- pero si eres tú realmente, si eres sincero y no te distorsionas con estos papeles habrás ganado mucho.

Y si puedes hacerlo todo con tu mismo ser y personalidad, sin miedos ni trampas, entonces estás ahí.

Me has dado que pensar. Gracias.

Anónimo dijo...

Usando la expresión del disfraz que a veces usa Iamato (en Zentolos). Creo que una cosa es el disfraz que te pones y que es lo que los demás ven, y otra cosa es cómo interpretes el papel de ese disfraz.

Ashbless dijo...

Pero, si te entiendo bien, ese disfraz es tanto un personaje que interpretas como el de padre, novio, hermano, vendedor de seguros?

O es una mentira, un fingimiento?

Quitarte para agradar a los otros no es aceptable hasta cierto punto -el tratar con niños o idiotas presenta dificultades insalvables. Yo de adolescente me di cuenta que hablaba con demasiada corrección para ser entendido, y aceptado, por mis compañeros de clase. Empecé a decir tacos, y todo fue más fácil.

Claro, hablarle de narrativa medieval a alguien que no entiende ni le interesa no es buena idea ni por ti, que pierdes el tiempo y la oportunidad de comunicarte, ni de la otra persona que no se entera y hasta lo puede pasar mal.

Pero otra cosa son los prejuicios, el rendir tu autenticidad ante los otros y engañarte.

Y otra es intentar comunicarte optimamente con los demás sin traicionarte. Eso me gusta. Y también intentar - cada día más- que mis actuaciones públicas contengan más de mi ser privado.

Un abrazo

Anónimo dijo...

No, no es fingir algo que no eres. Es interpretar el papel siendo tú mismo. Simplemente rebuscando un poco dentro de ti y con pequeño esfuerzo puedes ser un buen padre, un buen profesor, lo que quieras. Espero no estar complicando demasiado el razonamiento. Quédate con la idea principal, por que si no al final me voy a liar yo mismo.

Ashbless dijo...

Eso Lughnasad me temo que es algo que ya hacemos todos los dias, tu, yo, y todos los que caminan bajo el sol.

Es más, cuando fluyes en el papel, como el agua tomas la forma del recipiente, pero sin traicionarte a tí mismo. Eso lo ves en todas partes, pero es especialmente visible cuando comparas los múltiples modos en que cada uno es padre, amigo, consejero.

El papel es el mismo, pero cada uno de nosotros le imprime algo diferente y especial. Eso que somos nosotros.

Un abrazo