jueves, noviembre 15, 2007

El silencio de las sirenas, de Franz Kafka

























Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:

Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones mas fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bién quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente alegría.

Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.

En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda canción.

Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vió primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo mas acerca de ellas.

Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.

La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

8 comentarios:

Jota dijo...

hola, muy bueno tu blog, sobre todo los comentarios de tu viaje a la India, mi idea es porximamente realizar no similar al tuyo e ir a donde nace el Ganges.
tambien muy bueno lo escrito sobre el canto de las sirenas.

Bueno saludos desde Santiago de Chile y visita mi Blog.
ATTE
Juan José

Ashbless dijo...

Muchas gracias, Juan José.

Si vas al nacimiento del Ganges, en concreto al Gangotri y por allí, Gaumukh, tu viaje te acercará a Rishikesh.

Rishikesh es la vecina menor de Haridwar, una de las siete ciudades sagradas, y preferida por los occidentales por su calma y relativa pequeñez. Allí hay multitud de ashram donde puedes alojarte y practicar la meditación y el yoga.

No todo es real y hay mucho negocio en el valle del Ganges, pero es una experiencia extraordinaria. Resulta muy económico para los occidentales, el Ganges es majestuoso y lo único que puedes perder por allá es la inocencia. Si la pierdes.

Un abrazo y que tu viaje se materialice, aunque no antes del mes de mayo ni despues de noviembre, hace demasiado frio.

Namaste.

Blas de Lezo dijo...

Pero eso solo puede ocurrir si no crees en los dioses pues ellos solo existen si tu los creas en tu pensamiento. En ese momento estará encadenado a ellos y asu maldicioenes y limosnas.
Entiendo que Ulises no cree en los Dioses y por ende en sus sirenas. Su acto era puro teatro para sus coetáneos. ¿no?

¡Gracias!

Ashbless dijo...

Ulises hijo de Laeres era astuto, tanto, que sabia fingir para todos, excepto para si mismo. Que fingiera al sabía del fingimiento es posible, aunque la historia es tan antigua que solo queda el testimonio del bardo ciego.

Pero de los dioses y los hombres hay dos verdades igualmente válidas, recordadas algunas noches en torno a hogueras de aromas extraños.

Una es que los hombres crean a los dioses al creer en ellos y fuera de la fé no tienen poder. Esta verdad es defendida por los sabios del lado luminoso del fuego.

La otra es que los dioses y los hombres son compañeros de viaje, creados u olvidados entre ellos, o espontaneas manifestaciones ambos del mundo y sus posibilidades.

Y que cuando el último hombre muera, quizás muera el último dios, o simplemente se retire a esperar a la siguiente humanidad.


Un abrazo

Jota dijo...

Dioses son los creados por la mente y acciones de las personas en la busqueda de un sentido o mas que eso de algo superior ha ellos de lo que podamos aferrarnos.

Personas son los creados por el pensamiento y acciones de los dioses en la busqueda de que alguien se aferre ha ellos.

Ulises no crea (o finge no crear)dioses en su mente por lo que no se aferra al canto de las sirenas y al hacer esto deja de existir para los dioses.

saludos :)

Ashbless dijo...

Una buena explicación J.

Aunque nos deja con el huevo y la gallina...

Un saludo

Calle Quimera dijo...

Los cantos pueden pasar desapercibidos entre otros "ruidos", el silencio nunca... Cuando se sabe escuchar se impone a la magafonía más agresiva. Sí, definitvamente es un arma más poderosa que el canto.

Dudo que Ulises, paradigma de la astucia, desconociera el silencio de las sirenas, y lo creo capaz de engañar a los dioses. Tampoco creo a estos más inteligentes que el hombre que los creó...

Besos.

Ashbless dijo...

Contaba Haggar, el autor de las Minas del Rey Salomón y uno de entre muchos hermanos, que cuando su madre a la hora de comer queria ser escuchada, hablaba en voz muy baja.

Entonces todos se callaban, porque nadie sabia lo que habia dicho, y querian escucharla.

El silencio es también un mensaje. Y Ulises ,ciertamente el mejor cuando no se pasaba de listo, era capáz de engañar a cualquiera. Del origen de los dioses, Avalón, no te sabria decir, pero los habia de todos los colores, y no muchos modestos ni realistas.

Besos